Page 258 - Dune
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me perdonará, pero tu estimación es más bien baja. Es difícil contar una población
           esparcida entre tantos sink y pan. Si tienes en cuenta a los Fremen de…
               —¡No vale la pena tomar en consideración a los Fremen!

               —Perdona, mi Señor, pero los Sardaukar piensan otra cosa.
               El Barón vaciló, mirando a su sobrino.
               —¿Sabes algo?

               —Mi Señor se había retirado ya cuando yo llegué, la noche pasada. Yo… esto,
           me  tomé  la  libertad  de  contactar  algunos  de  mis…  esto,  antiguos  lugartenientes.
           Sirvieron de guías a los Sardaukar. Me informaron que una banda de Fremen tendió

           una  emboscada  a  una  fuerza  Sardaukar  en  algún  punto  al  sudeste  de  aquí,  y  la
           exterminó completamente.
               —¿Exterminada una fuerza Sardaukar?

               —Sí, mi Señor.
               —¡Imposible!

               Rabban se alzó de hombros.
               —Fremen exterminando Sardaukar —repitió el Barón.
               —No hago más qué repetir lo que me informaron —dijo Rabban—. Se dice que
           las fuerzas Fremen capturaron también al temible Thufir Hawat del Duque.

               —Ahhh —el Barón asintió con una sonrisa.
               —Creo en este informe —dijo Rabban—. No tienes ni idea del problema que son

           los Fremen.
               —Quizá. Pero esos que vieron tus lugartenientes no eran Fremen. Eran hombres
           de  los  Atreides  adiestrados  por  Hawat  y  vestidos  como  Fremen.  Es  la  única
           explicación posible.

               Rabban se alzó nuevamente de hombros.
               —Bueno,  los  Sardaukar  creen  que  eran  Fremen.  Y  han  desencadenado  ya  un

           pogrom para exterminarlos.
               —¡Bien!
               —Pero…
               —Esto mantendrá a los Sardaukar ocupados. Y muy pronto tendremos a Hawat.

           ¡Lo sé! ¡Lo siento! ¡Ah, que hermosa jornada! ¡Los Sardaukar cazando a una pandilla
           de desgraciados del desierto, mientras nosotros nos apoderamos del verdadero botín!

               —Mi  Señor…  —Rabban  vaciló,  ceñudo—.  Siempre  he  tenido  la  impresión  de
           que subestimábamos a los Fremen, tanto en número como en…
               —¡Ignóralos,  muchacho!  Son  escoria.  Son  las  metrópolis,  las  ciudades  y  los

           poblados los que nos interesan. Hay mucha gente allí, ¿no?
               —Mucha, mi Señor.
               —Me preocupan, Rabban.

               —¿Te preocupan?




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