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Hazlo siempre con un propósito mayor… ¡y conoce este propósito!
—¡Pero tú hiciste suprimir a ese traidor, Yueh! —había rabia en las palabras de
Rabban—. Vi que retiraban su cuerpo cuando llegué la pasada noche.
Rabban se interrumpió y miró a su tío, bruscamente asustado por el sonido de sus
propias palabras.
Pero el Barón sonreía.
—Soy muy prudente con las armas peligrosas —dijo—. El doctor Yueh era un
traidor. Me entregó al Duque —la voz del Barón se hizo más potente—. ¡Yo corrompí
a un doctor de la Escuela Suk! ¡La Escuela Interna! ¿Comprendes, muchacho? Era
una clase de arma que no podía dejar suelta. No lo suprimí sin reflexionar.
—¿Sabe el Emperador que has corrompido a un doctor Suk?
Esta es una penetrante pregunta, pensó el Barón. ¿Habré juzgado a mi sobrino
por debajo de sus posibilidades?
—El Emperador aún no sabe nada —dijo el Barón—. Pero seguramente sus
Sardaukar harán un informe sobre ello. Antes de que esto ocurra, de todos modos, ya
habré hecho llegar a sus manos mi propio informe, a través de los canales de la
Compañía CHOAM. Le explicaré que afortunadamente descubrí a un doctor que
pretendía estar condicionado. Un falso doctor, ¿comprendes? Puesto que todos
sabemos que no es posible violar el condicionamiento de una Escuela Suk, mi
informe será aceptado.
—Ahhh, ya veo —murmuró Rabban.
Y el Barón pensó: Espero que lo veas realmente. Espero que veas la necesidad
vital de mantener esto en secreto. De pronto, se preguntó: ¿Por qué he hecho esto?
¿Por qué me he vanagloriado con este estúpido sobrino mío… este sobrino que
utilizaré y luego descartaré? El Barón se irritó consigo mismo. Se sintió traicionado.
—Es necesario que quede en secreto —dijo Rabban—. Comprendo.
El Barón suspiró.
—Esta vez, mis instrucciones referentes a Arrakis son distintas, sobrino. Cuando
gobernaste este mundo la última vez, te mantuve estrechamente controlado. Esta vez,
en cambio, te haré una sola exigencia.
—¿Mi Señor?
—Beneficios.
—¿Beneficios?
—¿Tienes alguna idea, Rabban, de lo mucho que hemos gastado para
desencadenar una fuerza militar como ésta contra los Atreides? ¿Has pensado alguna
vez en lo que exige la Cofradía para un transporte militar como el que hemos
efectuado?
—Costoso, ¿no?
—¡Costoso! —el Barón apuntó un grasoso dedo contra Rabban—. Si tú le
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