Page 256 - Dune
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Hazlo siempre con un propósito mayor… ¡y conoce este propósito!
               —¡Pero tú hiciste suprimir a ese traidor, Yueh! —había rabia en las palabras de
           Rabban—. Vi que retiraban su cuerpo cuando llegué la pasada noche.

               Rabban se interrumpió y miró a su tío, bruscamente asustado por el sonido de sus
           propias palabras.
               Pero el Barón sonreía.

               —Soy muy prudente con las armas peligrosas —dijo—. El doctor Yueh era un
           traidor. Me entregó al Duque —la voz del Barón se hizo más potente—. ¡Yo corrompí
           a un doctor de la Escuela Suk! ¡La Escuela Interna! ¿Comprendes, muchacho? Era

           una clase de arma que no podía dejar suelta. No lo suprimí sin reflexionar.
               —¿Sabe el Emperador que has corrompido a un doctor Suk?
               Esta es una penetrante pregunta, pensó el Barón. ¿Habré juzgado a mi sobrino

           por debajo de sus posibilidades?
               —El  Emperador  aún  no  sabe  nada  —dijo  el  Barón—.  Pero  seguramente  sus

           Sardaukar harán un informe sobre ello. Antes de que esto ocurra, de todos modos, ya
           habré  hecho  llegar  a  sus  manos  mi  propio  informe,  a  través  de  los  canales  de  la
           Compañía  CHOAM.  Le  explicaré  que  afortunadamente  descubrí  a  un  doctor  que
           pretendía  estar  condicionado.  Un  falso  doctor,  ¿comprendes?  Puesto  que  todos

           sabemos  que  no  es  posible  violar  el  condicionamiento  de  una  Escuela  Suk,  mi
           informe será aceptado.

               —Ahhh, ya veo —murmuró Rabban.
               Y el Barón pensó: Espero que lo veas realmente. Espero que veas la necesidad
           vital de mantener esto en secreto. De pronto, se preguntó: ¿Por qué he hecho esto?
           ¿Por  qué  me  he  vanagloriado  con  este  estúpido  sobrino  mío…  este  sobrino  que

           utilizaré y luego descartaré? El Barón se irritó consigo mismo. Se sintió traicionado.
               —Es necesario que quede en secreto —dijo Rabban—. Comprendo.

               El Barón suspiró.
               —Esta vez, mis instrucciones referentes a Arrakis son distintas, sobrino. Cuando
           gobernaste este mundo la última vez, te mantuve estrechamente controlado. Esta vez,
           en cambio, te haré una sola exigencia.

               —¿Mi Señor?
               —Beneficios.

               —¿Beneficios?
               —¿Tienes  alguna  idea,  Rabban,  de  lo  mucho  que  hemos  gastado  para
           desencadenar una fuerza militar como ésta contra los Atreides? ¿Has pensado alguna

           vez  en  lo  que  exige  la  Cofradía  para  un  transporte  militar  como  el  que  hemos
           efectuado?
               —Costoso, ¿no?

               —¡Costoso!  —el  Barón  apuntó  un  grasoso  dedo  contra  Rabban—.  Si  tú  le




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