Page 308 - Dune
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Fremochila de Paul para que se la llevara.
Bakka, pensó Jessica, reconociendo el término religioso: Bakka… el que llora.
Captó como el simbolismo de los pañuelos les unía. ¿Pero por qué ha de unirnos el
llanto?, se preguntó.
Stilgar se acercó a la joven que había turbado a Paul y le dijo:
—Chani, toma al muchacho-hombre bajo tus alas. Vela por él.
Chani tocó el brazo de Paul.
—Vamos, muchacho-hombre.
Paul reprimió la cólera en su voz.
—Mi nombre es Paul —dijo—. Será mejor que tú…
—Nosotros te daremos un nombre, pequeño hombre —dijo Stilgar—, en el
tiempo del nihma, en la prueba de aquí.
La prueba de la razón, tradujo Jessica. Y de improviso la necesidad de afirmar la
superioridad de Paul barrió toda otra consideración.
—¡Mi hijo ha superado la prueba del gom jabbar! —gritó.
En el profundo silencio que siguió, supo que les había alcanzado muy en el fondo
de su corazón.
—Hay muchas cosas que ignoramos los unos de los otros —dijo Stilgar—. Pero
nos estamos entreteniendo demasiado. El sol del día no debe encontrarnos al abierto.
—Se acercó al hombre al que Paul había golpeado y preguntó—: Jamis, ¿puedes
andar?
—Me cogió por sorpresa —dijo éste con un gruñido—. Fue un accidente. Puedo
andar.
—No fue un accidente —dijo Stilgar—. Te hago responsable con Chani de la
seguridad del muchacho, Jamis. Esta gente está bajo mi protección.
Jessica miró al hombre, Jamis. Era la voz que había discutido con Stilgar en las
rocas. Era una voz que hablaba de muerte. Y Stilgar había tenido que imponer toda su
autoridad con aquel Jamis.
Stilgar pasó nuevamente revista a su grupo, señalando a dos hombres.
—Larus y Farrukh, iréis detrás y borraréis nuestras huellas. Aseguraos de que no
quede ninguna. Prestad mayor atención de lo acostumbrado… llevamos con nosotros
a dos personas que no han sido adiestradas. —Se volvió, alzó una mano y señaló al
lado opuesto de la depresión—. En formación, con guardias a los dos flancos.
Debemos llegar a la Caverna de la Cresta antes del alba.
Jessica se situó al paso con Stilgar, contando las cabezas. Eran cuarenta Fremen…
con ella y Paul cuarenta y dos. Y pensó: Marchan como una compañía militar…
incluso la chica, Chani.
Paul se situó detrás de Chani. La penosa impresión de haberse dejado coger por la
espalda se estaba mitigando. En su mente estaba ahora el recuerdo de las palabras
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