Page 323 - Dune
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Jamis la miró, con un visible temor en su rostro.
               —Te enseñaré el dolor —dijo ella en el mismo tono—. Recuerda esto mientras
           combates. Tu agonía será tan grande que comparado con ella el gom jabbar será un

           recuerdo agradable. Te retorcerás con todo tu…
               —¡Intenta embrujarme! —gritó Jamis. Cerró el puño y lo colocó tras su oreja—.
           ¡Invoco el silencio sobre ella!

               —Que así sea, entonces —dijo Stilgar. Lanzó una mirada imperativa a Jessica—.
           Si sigues hablando, Sayyadina, sabremos que ha sido tu brujería y tendrás que pagar.
           —Hizo un signo con la cabeza para que retrocediera.

               Jessica sintió algunas manos que la empujaban hacia atrás, pero se dio cuenta que
           lo hacían sin agresividad. Vio a Paul separado de los demás, y el rostro de elfo de
           Chani  inclinándose  hacia  él  y  susurrándole  algo  al  oído,  mientras  hacía  una

           inclinación con la cabeza hacia Jamis.
               Se  formó  un  círculo.  Fueron  colocados  más  globos  y  todos  ellos  regulados  al

           amarillo.
               Jamis penetró en el círculo, se quitó sus ropas y las entregó a alguien del grupo.
           Permaneció inmóvil, enfundado en su destiltraje gris, remendado y manchado. Por un
           momento,  inclinó  la  cabeza  hacia  su  hombro  y  bebió  del  tubo  de  un  bolsillo  de

           recuperación.  Luego  se  irguió  y  se  quitó  también  el  traje,  entregándolo
           cuidadosamente a los demás. Después esperó, vestido tan sólo con un taparrabos y un

           trozo de paño enrollado a sus pies, y con un crys en su mano derecha.
               Jessica observó a la chica Chani ayudando a Paul, vio que le ponía un crys en su
           palma, vio a él cogerlo, sopesarlo, comprobar su equilibrio. Y Jessica recordó que
           Paul había sido adiestrado en el prana y bindu, nervio y fibra… que había aprendido a

           batirse a muerte con hombres como Duncan Idaho y Gurney Halleck, hombres que ya
           eran leyenda en vida. El muchacho conocía los tortuosos trucos Bene Gesserit, y se le

           veía confiado y relajado.
               Pero sólo tiene quince años, pensó. Y no tiene escudo. Tengo que detener esto.
           Debe existir un medio… Levantó la mirada, y vio que Stilgar la observaba.
               —No puedes impedirlo —dijo él—. No debes hablar.

               Ella se llevó la mano a la boca, pensando: He sembrado el miedo en la mente de
           Jamis. Esto le hará más lento… quizá. Si pudiera rezar… realmente rezar.

               Ahora Paul estaba en el interior del círculo, vestido con sus ropas de combate que
           había  guardado  bajo  su  destiltraje.  Sujetaba  el  crys  en  su  mano  derecha;  sus  pies
           estaban  desnudos  sobre  la  arenosa  roca.  Idaho  le  había  instruido  muchas  veces:

           «Cuando dudes del terreno, permanece descalzo». Y las palabras de Chani estaban
           aún  vivas  en  su  consciencia:  «Jamis  se  inclina  con  su  cuchillo  hacia  la  derecha
           después de una parada. Es una costumbre suya que todos conocemos. Y te mirará a

           los  ojos  para  golpear  en  el  momento  en  que  parpadees.  Y  combate  con  las  dos




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