Page 328 - Dune
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Y en el suelo rocoso ya no había ningún cuerpo.
Jessica se abrió paso hacia su hijo. En el mar de hediondas espaldas envueltas en
ropas, le pareció captar un extraño silencio.
Este es el momento terrible, se dijo. Ha matado a un hombre gracias a la
evidente superioridad de sus músculos y de su mente. No debo permitirle que se
alegre por esta victoria.
Se forzó un camino entre los últimos hombres, y se encontró en un pequeño
espacio donde dos barbudos Fremen ayudaban a Paul a colocarse el destiltraje.
Jessica miró a su hijo. Los ojos de Paul brillaban. Parecía ausente, aceptando con
indiferencia la ayuda de los Fremen.
—Se ha batido con Jamis y no tiene ni una marca —murmuró uno de los
hombres.
Chani se mantenía de pie a un lado, con los ojos fijos en Paul. Jessica vio la
excitación de la muchacha, la admiración reflejada en su rostro de elfo.
Tengo que actuar rápidamente, pensó Jessica.
Se obligó a poner el máximo desprecio en su voz y en su actitud cuando dijo:
—Bien… ¿cómo se siente uno sabiéndose un asesino?
Paul se envaró como si acabasen de golpearle. Afrontó los gélidos ojos de su
madre, y la sangre afluyó a su rostro. Involuntariamente, lanzó una ojeada al punto
donde había caído Jamis.
Stilgar se abrió camino hasta el lado de Jessica, volviendo de las profundidades
de la caverna donde había sido llevado el cuerpo de Jamis. Habló a Paul en tono
amargo y controlado.
—Cuando llegue el momento de desafiarme para arrebatarme mi burda, no
pienses que vas a poder jugar conmigo como has hecho con Jamis.
Jessica notó que las palabras de Stilgar, tras las suyas, se imprimían
profundamente en Paul, completando su obra. El error cometido por aquella gente…
era útil ahora. Observó los rostros a su alrededor, tal como había hecho Paul, viendo
lo que él veía. Admiración, sí, y miedo… y odio en algunos. Miró a Stilgar, vio su
fatalismo, y comprendió sus razones, el modo como él había visto la lucha.
Paul miró a su madre.
—Tú sabes cómo ha ocurrido todo —dijo.
Ella percibió en su voz el retorno a la razón, los remordimientos. Paseó una
mirada por la gente a su alrededor y dijo:
—Paul nunca había matado a un hombre con un arma blanca.
Stilgar se enfrentó a ella, con la incredulidad en su rostro.
—No estaba jugando con él —dijo Paul. Se situó frente a su madre, ajustándose
sus ropas, y miró la oscura mancha de la sangre de Jamis en el suelo de la caverna—.
No quería matarle.
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