Page 47 - En el corazón del bosque
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has escapado de casa, ¿no es así?
        —Sí —admitió Noah.
        —¿Y quieres contarme por qué?
        El  niño  negó  con  la  cabeza  y  volvió  a  hurgar  en  el  cofre,  para  extraer  la
      marioneta de un hombre ataviado con un chándal. Tiró del cordel y el hombre se
      llevó a los labios el silbato que sujetaba en una mano y emitió agudos pitidos,
      aunque a saber de dónde sacaba el aire necesario para hacerlo.
        —¡Uau! —exclamó Noah Barleywater.
        —El señor Wickle —dijo el anciano, riendo—. De no ser por él, las cosas que
      me sucedieron más adelante bien podrían no haber ocurrido en absoluto. Verás,
      fue él quien despertó mi interés.
        —¿Su interés en qué?
        —En correr. De joven fui un gran corredor, ¿sabes? Nadie lo diría viéndome
      ahora, con lo que tardo en subir y bajar estas escaleras, pero era famoso en el
      mundo entero. Y el primero en darse cuenta de lo rápido que podía correr fue el
      señor Wickle.
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