Page 100 - 12 Kepler
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Pues bien, si tomásemos solo mil de las [estrellas) fijas,  no siendo
                         ninguna de ellas mayor de un minuto [si bien en los registros lama-
                         yoría son mayores), y si las juntásemos todas en una superficie re-
                         donda, igualarían [y aun superarían] el diámetro del Sol. ¿Cuánto
                         más no habrían de superar en tamaño visible a la imagen del orbe
                         solar diez mil pequeños discos de estrellas reunidos en uno? Si esto
                         es cierto, y si dichos soles son del mismo tipo que nuestro Sol, ¿por
                         qué todos esos soles no superan en resplandor a este Sol nuestro?
                         ¿Por qué todos ellos transmiten una luz tan débil a los lugares más
                         abiertos, siendo así que el Sol que brilla en una cámara cerrada a
                        · través de un agujero practicado con la diminuta punta de una aguja
                         inmediatamente supera la claridad de las propias fijas?; y siendo la
                         diferencia casi infinita, ¿cuál habría de ser si se retirase toda la ha-
                         bitación? ¿Me dices que se hallan alejadísimas de nosotros? De nada
                         sirve, pues cuanto más lejos est:án, tanto mayor que el diámetro del
                         Sol es el de cada una de ellas. ¿Que tal vez el éter interpuesto las
                         oscurece? Ni hablar: pues las vemos con sus centelleos y con sus
                         diversas formas y colores, lo que no ocurriría si la densidad del éter
                         representase algún obstáculo.

                         Es decir, que Kepler pensaba que el Sol era mucho más bri-
                     llante que las estrellas fijas, por lo que no era una más como supo-
                     nía Bruno. Esto era consistente con su idea de que vivíamos en el
                     centro del universo; no nosotros en la Tierra, pero sí el Sol.  Las
                     estrellas fijas no podían estar a cualquier distancia porque enton-
                     ces serían tanto más grandes cuanto más lejos estuvieran. En esto,
                     sus razonamientos rozaban la paradoja de Olbers, puesto que una
                     forma de escapar de ella es suponer el universo finito en el espa-
                     cio, como él lo concebía. Si el universo es finito ( o el mundo, como
                     él decía), y si no vemos más estrellas por un sitio que por otro,
                     tenemos que estar en el centro.
                         Realmente,  aunque los razonamientos están próximos, no
                     puede concluirse que en este párrafo esté contenido un antece-
                     dente de la paradoja de Olbers. Ni siquiera atendiendo a que la
                     paradoja ha de formularse con galaxias y no con estrellas. Vuelve
                     Kepler a creer que las estrellas tienen un tamaño real de 1 , cuando
                                                                        '
                     en realidad este ángulo corresponde al poder de resolución del





          100        EL ASTROFÍSICO
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