Page 95 - 12 Kepler
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que eran pozos. Reconozcamos que la explicación actual consis-
       tente en que son resultado del bombardeo meteorítico era difícil de
       imaginar entonces. Kepler creía que la Luna era de un material po-
       roso semejante a la piedra pómez, por lo que su densidad debía ser
       baja. Eso le parecía consistente con su teoría de que el giro de la
       Tierra producía una fuerza similar a la magnética que hacía rotar a
       la Luna.  La Luna giraba muy deprisa y,  como su movimiento era
       inversamente proporcional a su masa, eso significaba que su densi-
       dad debía de ser muy baja.
           Interpretaba la luz del limbo lunar como la prueba de la exis-
       tencia de una atmósfera,  apoyándose además en que  Mastlin
       decía haber observado una nube inmensa y negra,  probable-
       mente portadora de  una gran tormenta. Galileo,  por su parte,
       pensaba que si hubiera habido grandes nubes, él las habría ob-
       servado con su telescopio.
           Los  comentarios de  Kepler son más fantásticos que los de
       Galileo, quien era escéptico, en general, con las ideas místicas
       de  su colega alemán.  Para no hacer palidecer la brillantez de
       Kepler digamos que ambos interpretaron correctamertte la luz
       cenicienta. Se trata de la luz que presenta la Luna nueva: luz solar
       que se refleja en la Tierra, su reflejo llega a la Luna y allí se refleja
       nuevamente hacia la Tierra. La luz rojiza de la Luna eclipsada, que
       tanto le maravilló de niño, Kepler pensó, también correctamente,
       que era debida a la refracción en la atmósfera terrestre, mientras
       que Galileo suponía que era una especie de alba, semejante a los
       amaneceres terrestres.
           En este apartado, Kepler cita a Averroes, cuyas obras debía
       de conocer. Este sostenía ideas próximas al heliocentrismo, sis-
       tema que Kepler reconoció como indiscutible desde el primer mo-
       mento que lo oyó. Es posible que Kepler tuviera algún antecedente
       bibliográfico anterior a Copérnico.



       LAS ESTRELLAS FIJAS


       Tampoco estuvo Kepler acertado en la interpretación de las estre-
       llas fijas, pero suscitó un debate apasionante, relacionado con la






                                                        EL ASTROFÍSICO      95
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