Page 98 - 12 Kepler
P. 98

La postura de Kepler era que el universo era finito, que había
                     una cavidad en la distribución de estrellas, precisamente ocupada
                     por el Sol y los planetas, y que en ningún otro lugar del universo
                     podía verse algo parecido a lo que se veía aquí.  Estábamos real-
                     mente en un punto singular del universo. A esta concepción le
                     llevaba también su credo religioso y se basaba en observaciones
                     y argumentos supuestamente objetivos.
                         Él pensaba que las estrellas fijas tenían un tamaño angular de
                     aproximadamente un minuto de arco; había algunas más grandes,
                     pero no se observaban más pequeñas. Tanto las más como las
                     menos brillantes parecían tener el mismo tamaño. Entonces, pen-
                     saba Kepler, si hubiera estrellas más lejanas, con el mismo tamaño
                     angular,  tendrían que ser más grandes,  cada vez  más grandes
                     cuanto más lejos.  Era más lógico pensar que  eran todas más o
                     menos del mismo tamaño y que estaban todas a la misma distan-
                     cia. Los futuros telescopios no podrían observar muchas más por-
                     que no cabrían en el cielo.
                         ¿Dónde estaba el error de este razonanliento? Hoy nos resulta
                     fácil detectarlo. El tamaño angular de las estrellas no es un minuto
                     de arco; lo qU:e es un minuto de arco es el poder de resolución del
                     ojo humano. La resolución de cualquier instrumento es el ángulo
                     más pequeño tal que dos puntos puedan ser separados sin que sus
                     imágenes se confundan. Lo que hace que la imagen de un punto «se
                     ensanche» y pueda solaparse con la imagen del punto vecino es la
                     difracción de la luz,  consecuencia de su carácter ondulatorio. La
                     imagen de un punto, en cualquier ojo o telescopio, no es un punto,
                     sino una figura de difracción que tiene una determinada anchura.
                         Este ángulo en la imagen, que nos indica cómo se ensancha
                     un punto observado, se calcula aproximadamente dividiendo la
                     longitud de onda por el diámetro de abertura del telescopio o del
                     aparato de medida. El resultado viene expresado en radianes. Si
                     la luz visible tiene una longitud de onda de 500 nm y la pupila del
                     ojo tiene 2 mm, resulta que el ojo humano tiene un poder de reso-
                     lución de un minuto de arco, precisamente el valor que atribuía
                     Kepler al tamaño angular de las estrellas. No está nada mal, tene-
                     mos un ojo realmente maravilloso, aunque nada comparable con
                     el poder de resolución de un telescopio de 10 ni.





         98          EL ASTROFÍSICO
   93   94   95   96   97   98   99   100   101   102   103