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h.  Metodología y secuencia de actividades llevadas a cabo


                  En la primera parte (Aproximación al género teatral) de esta propuesta didáctica se busca;

                  partir de experiencias y conocimientos previos del género teatral que ya el alumnado tiene

                  -a  través  de  una  lluvia  de  ideas-  para  después  pasar  a  la  transmisión  de  nuevos
                  conocimientos. En este proceso, la reflexión y el trabajo del alumnado deben propiciar un

                  clima participativo, de colaboración recíproca y no excluyente. Por tanto, podemos hablar

                  de la puesta en marcha de un aprendizaje basado en el pensamiento (Thinking Based
                  Learning) en el que, nunca mejor dicho, el alumno es el verdadero actor de este proceso.


                  Por otro lado, en el Laboratorio de actores, se realiza un aprendizaje basado en juegos -
                  dramáticos-  en  el  aula.  Asimismo,  en  La  función  va  comenzar,  se  lleva  a  cabo  una

                  competición sana en la que fomentar el trabajo en equipo y, por tanto, el aprendizaje
                  cooperativo.


                  Para darle más peso al razonamiento, remito a la siguiente afirmación de Baldwin:


                        El arte dramático en el que participa la clase es una forma social de enseñar y de aprender.
                        Es un enfoque que conlleva el compromiso afectivo y cognitivo de todas las personas y
                        requiere, fomenta, modela y apoya la interacción social. Para que el arte dramático funcione

                        con una clase entera, los alumnos deben estar atentos, cooperar, colaborar y deben estar
                        dispuestos  a  conectar  con  los  demás  y  a  que  éstos  afecten  a  sus  palabras,  acciones  y
                        respuestas, trabajando fuera y dentro de un personaje. (Baldwin, 2014, pág. 83).


                  Cabe  destacar  también  el  rediseño  del  aula  durante  estas  sesiones,  pasando  a  ser  un
                  espacio  mucho  más  flexible  en  el  que  los  alumnos  no  son  meros  receptores  de

                  información, sino sujetos agentes y creadores. Al principio, debo reconocer prejuicios en

                  mi mirada como docente a la hora de abordar este giro metodológico, respecto a lo que
                  los alumnos estaban acostumbrados. El trabajo de Cañas recoge esta predisposición:


                        Si el juego es desorden para los adultos, el teatro-juego (como binomio extraño y, para
                        algunos, antagónico) es ya, de antemano, doblemente “perturbador” ante cualquier adulto
                        que  se  precie.  Desgraciadamente  son  muchos  los  docentes  que,  amparados  en  esas

                        premisas, reniegan de la actividad, primero, por la ruptura de esa idea de “orden” en la que
                        creen ciegamente, y segundo, por el puro temor a la visión crítica de las cosas que el alumno

                        pueda desarrollar. (Cañas, 1999, pág. 19).






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