Page 101 - Cementerio de animales
P. 101
con la proa levantada hacia el azul intenso del cielo.
Louis, sintiéndose muy solo —y con unas ridículas ganas de llorar— volvió a
agitar la mano.
Aún se sentía deprimido cuando, por la noche, cruzó la carretera 15 hacia su casa,
después de tomar un par de cervezas con Jud y Norma; Norma bebió un vasito de
vino, algo que el doctor Weybridge le había recomendado. Hoy, obligados por la
temperatura, habían pasado la velada en la cocina.
Jud cargó la vieja estufa de leña y los tres se sentaron alrededor. La cerveza
estaba fresca y la cocina, bien caldeada. Jud les contó que, hacía doscientos años, los
indios micmacs habían rechazado un desembarco de los ingleses en Machias. En
aquellos tiempos, los micmacs eran temibles, dijo, y agregó que los abogados
encargados del litigio sobre las tierras estatales y federales aún los consideraban así.
Hubiera podido ser una agradable velada, pero Louis no hacía más que pensar que
le aguardaba una casa vacía. Mientras cruzaba el jardín haciendo crujir la escarcha
con los pies, oyó que empezaba a sonar el teléfono. Echó a correr, entró por la puerta
principal, cruzó la sala precipitadamente (tirando un revistero) y atravesó patinando
casi toda la cocina, al resbalar en el linóleo por causa del hielo que tenía adherido a
las suelas. Arrancó el auricular de la horquilla.
—¿Diga?
—¿Louis? —Era la voz de Rachel, lejana pero absolutamente perfecta—. Ya
hemos llegado. Ningún contratiempo.
—¡Magnífico! —dijo él sentándose para hablar, mientras pensaba: «Ojalá
estuvierais aquí.»
www.lectulandia.com - Página 101