Page 102 - Cementerio de animales
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               La  comida  de  Acción  de  Gracias  que  prepararon  Jud  y  Norma  fue  excelente.
           Después de comer, Louis se fue a su casa, ahito y amodorrado. Subió al dormitorio,

           saboreando aquella paz, se descalzó y se tumbó en la cama. Eran poco más de las
           tres. Hacía un sol tenue e invernal.
               «Sólo un sueñecito», pensó, y se quedó profundamente dormido.

               Le  despertó  el  timbre  del  teléfono.  Alargó  el  brazo  hacia  la  extensión  del
           dormitorio, tratando de coordinar ideas, desconcertado al observar que ya era casi de

           noche. Oía el silbido del viento en el alero de la casa y el leve y ronco borboteo de la
           caldera.
               —¿Diga? —Sería Rachel, que le llamaba desde Chicago, para desearle feliz día
           de Acción de Gracias. Luego pasaría el auricular a Ellie, y Ellie le hablaría, y luego, a

           Gage,  y  Gage  parlotearía…  ¿Y  cómo  diablos  había  podido  pasar  toda  la  tarde
           durmiendo, si quería ver el partido…?

               Pero no era Rachel. Era Jud.
               —¿Louis? Lo siento, pero voy a darte un pequeño disgusto.
               Louis saltó de la cama, mientras trataba de despejarse.
               —¿Qué disgusto, Jud?

               —Bueno, hay un gato muerto en nuestro jardín —dijo Jud—. Parece el de tu hija.
               —¿Church? —Sintió una súbita opresión en el vientre—. ¿Estás seguro, Jud?

               —No al ciento por ciento; pero, desde luego, se le parece.
               —Oh. Oh, mierda. Ahora mismo voy, Jud.
               —Está bien, Louis.
               Louis colgó el auricular y se quedó sentado un minuto. Luego, fue al retrete, se

           puso los zapatos y bajó.
               «Quizá no sea Church. Dice Jud que no está seguro. Caray, si ese gato ya ni sube

           la  escalera,  a  no  ser  que  alguien  le  lleve  en  brazos…  ¿A  qué  iba  a  salir  a  la
           carretera?»
               Pero en su interior algo le decía que sí era Church. Y si Rachel llamaba aquella

           noche, como era lo más seguro, ¿qué podía él decirle a Ellie?
               Aturdido, se oyó decir a Rachel: «Yo sé que a los seres vivos puede ocurrirles
           cualquier cosa. Soy médico y lo sé… ¿Quieres ser tú quien le explique lo ocurrido, si

           atropellan al gato?» Pero en el fondo él no creía que a Church pudiera pasarle algo,
           ¿o sí?
               Recordaba que Wicky Sullivan, uno de sus compañeros de póquer, le preguntó

           una  vez  cómo  podía  Louis  calentarse  por  su  mujer  y  no  calentarse  por  todas  las
           mujeres desnudas que veía a diario. Louis trató de explicarle que las cosas no eran
           como imaginaba la gente; la que va a hacerse un Papanicolau o aprender a explorarse



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