Page 129 - Cementerio de animales
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garganta. Church nunca había hecho aquello —nunca se balanceó como la serpiente
           que trata de hipnotizar a su presa— ni antes de la operación, ni después. Por primera
           y  última  vez,  Louis  especuló  con  la  idea  de  que  podía  tratarse  de  otro  gato,  muy

           parecido al de Ellie, otro gato que se había colado en el garaje mientras él montaba la
           estantería, y que el verdadero Church seguía enterrado bajo el "cairn" en aquel risco
           del bosque. Pero las señales coincidían: la oreja mellada… y la pata un poco torcida.

           Ellie se la pilló con la puerta de atrás de su casita de las afueras cuando Church era un
           gatito.
               Desde luego, era Church.

               —Fuera de aquí —susurró Louis roncamente.
               Church  se  quedó  mirándolo  un  momento  —Dios,  los  ojos  no  parecían  los
           mismos. No sabía por qué, pero no parecían los mismos— y saltó al suelo. Pero no

           fue un salto elegante. Nada de gracia felina. El animal se tambaleó, chocó contra la
           bañera con las ancas y se fue.

               Louis salió de la bañera y se secó apresuradamente. Estaba afeitado y casi vestido
           cuando el teléfono sonó con estridencia en la casa vacía. Al oír el timbre, Louis dio
           media  vuelta  y  levantó  las  manos,  con  los  ojos  muy  abiertos.  Luego,  las  bajó
           lentamente.  Se  le  había  disparado  el  corazón.  Sentía  los  músculos  llenos  de

           adrenalina.
               Era  Steve  Masterton,  interesándose  por  el  partido  de  pelota.  Louis  quedó  en

           encontrarse con él en el Memorial Gym dentro de una hora. En realidad, no podía
           permitirse perder el tiempo, y un partido de pelota era lo que menos le apetecía, pero
           tenía que salir de casa. Quería escapar del gato, aquel gato tan raro que no tenía por
           qué estar allí.

               Se apresuró, metiéndose el faldón de la camisa en el pantalón con movimientos
           bruscos, puso unos shorts, una camiseta y una toalla en la bolsa de deporte y bajó

           rápidamente la escalera.
               Church estaba echado en el cuarto peldaño contando desde abajo. Louis tropezó
           con él y estuvo a punto de caerse. Aún pudo agarrarse a la barandilla y evitar lo que
           podía haber sido un formidable trompazo.

               Se  quedó  al  pie  de  la  escalera,  jadeando,  con  el  corazón  desbocado  y  todo  el
           cuerpo bañado en adrenalina.

               Church se levantó, se desperezó… y pareció sonreírle sardónicamente.
               Louis  salió.  Hubiera  tenido  que  sacar  al  gato,  sí;  pero  no  lo  hizo.  En  aquel
           momento, se sentía incapaz de tocarlo.














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