Page 45 - Cementerio de animales
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Y entonces él lo sintió, naturalmente; pero ya era tarde, naturalmente.
—Rachel…
Ella le dio un empujón, llorando con más fuerza.
—Déjame en paz. ¡Ya está bien! —Ella se volvió a mirarle desde la puerta. Las
lágrimas le resbalaban por las mejillas—. No quiero hablar de esto nunca más delante
de Ellie, Lou. Te lo digo en serio. La muerte no tiene nada de natural. Nada. Y tú,
como médico, deberías saberlo.
Ella giró bruscamente y se fue, dejando a Louis solo en la cocina, en la que aún
vibraba el eco de sus voces. Luego, Louis fue a la despensa a buscar la escoba.
Mientras barría, pensaba en la última frase que ella le había dicho, en la enormidad de
aquella disparidad de criterios que había permanecido tanto tiempo oculta. Porque,
como médico, él sabía que la muerte era, salvo tal vez en el parto, la cosa más natural
del mundo. No eran tan seguros los impuestos, ni los problemas humanos, ni los
conflictos sociales, ni el éxito o el fracaso. Al final, lo único que contaba era el reloj y
lo único que quedaba, la lápida, que iba borrándose poco a poco. Hasta las tortugas
marinas y las secoyas gigantes acababan por sucumbir.
—Zelda —dijo en voz alta—. ¡Mierda, aquello debió de ser muy fuerte para ella!
La duda que ahora se le planteaba era si debía dejar las cosas como estaban o
tratar de arreglarlas.
Vació la pala en el cubo de la basura y la harina cayó con un golpe sordo,
empolvando las cajas y las latas vacías.
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