Page 164 - El Misterio de Salem's Lot
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—¿Qué pasa, Matt? Tienes muy mal aspecto.
—Es posible que lo haya soñado todo, pero agradezco a Dios que estés aquí. —
Había cogido el revólver y lo hacía girar con inquietud entre sus manos.
—Cuéntame, y deja de jugar con eso. ¿Está cargado?
Matt volvió a dejar el arma y se mesó el pelo.
—Sí, está cargado. Aunque no sé si serviría de algo..., a menos que disparara
contra mí mismo. —Soltó una risa enfermiza y entrecortada, como un cristal que se
astilla.
—Deja de decir tonterías.
La aspereza de su voz quebró la extraña mirada fija de Matt, que sacudió la
cabeza, no en un gesto negativo sino como se sacuden algunos animales al salir del
agua.
—Arriba hay un hombre muerto —dijo.
—¿Quién?
—Mike Ryerson. Un jardinero del ayuntamiento.
—¿Estás seguro de que está muerto?
—Estoy en mis cabales, aunque no haya entrado a verle. No tuve valor. Porque,
en otro sentido, es posible que no esté muerto.
—Matt, lo que dices no tiene sentido.
—¿Y crees que no lo sé? Estoy diciendo disparates y pensando locuras. Pero no
tenía a quién llamar, salvo a ti. En todo Jerusalem's Lot, tú eres la única persona que
podría... podría... —Meneó la cabeza y volvió a empezar—. ¿Recuerdas que
estuvimos hablando de Danny Glick?
—Sí.
—¿Y de que podría haber muerto de anemia perniciosa, de lo que nuestros
abuelos habrían llamado consunción?
—Sí.
—Mike lo enterró. Y Mike encontró el perro de Win Purinton ensartado en un
barrote del cementerio de Harmony Hill. Anoche me encontré con Mike Ryerson en
el bar de Dell y...
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—... y no pude entrar —concluyó—. No pude. Me quedé casi cuatro horas
sentado en la cama. Después bajé las escaleras furtivamente, como un ladrón, para
llamarte. ¿Qué piensas?
Ben se había quitado el crucifijo; con un dedo vacilante, jugueteó con el
montoncito brillante que formaba la delgada cadena. Eran casi las cinco, y hacia el
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