Page 254 - El Misterio de Salem's Lot
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cuando ésta se abrió escupió dentro un oscuro chorro de jugo de tabaco. Maury Green
dio un respingo—. ¿Alguno de ustedes querría, digamos, revisar su historia? —
preguntó en voz baja, de la que habían desaparecido todas las inflexiones campesinas
—. Este asunto es grave. Ha habido cuatro muertes en el pueblo, y los cuatro
cadáveres han desaparecido. Quiero saber qué está ocurriendo aquí.
—Le hemos contado todo lo que sabemos —contestó Jimmy—. Si pudiéramos
decirle algo más, no dude que lo haríamos.
McCaslin lo miró con ceño.
—Usted está cagado de miedo —dijo—. Usted y el escritor, los dos. Tienen el
mismo aspecto que tenían algunos tipos en Corea cuando regresaban del frente.
Los dos agentes les miraban. Ni Ben ni Jimmy dijeron nada.
McCaslin volvió a suspirar.
—Bueno, vamonos de aquí. Mañana a las diez en mi oficina a prestar declaración.
Si a las diez no están allí, les mandaré a buscar con un coche patrulla.
—No será necesario —prometió Ben.
McCaslin le miró y sacudió la cabeza.
—Usted tendría que escribir libros más sensatos. Como ese tipo que escribe los
cuentos de Travis McGee. A esos cuentos uno puede hincarles el diente.
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Ben se levantó de la mesa, enjuagó la taza de café en el fregadero y se quedó
mirando por la ventana la negrura de la noche.
¿Qué se ocultaba allí? ¿Marjorie Glick, reunida finalmente con su hijo? ¿Mike
Ryerson? ¿Floyd Tibbits? ¿Cari Foreman?
Se apartó de la ventana y subió a su cuarto.
Durante el resto de la noche durmió con la luz encendida sobre el escritorio, y
dejó sobre la mesita, al alcance de la mano, la cruz que había derrotado a la señora
Glick. Su último pensamiento antes de que le ganara el sueño fue para Susan,
preguntándose si estaría bien y a salvo.
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