Page 262 - El Misterio de Salem's Lot
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La abertura era apenas una rendija y la luz no llegaba a entrar. Parecía como si
una lengua de oscuridad lamiera ávidamente la cocina, en espera de que llegara la
noche para devorarla entera. Ese centímetro de oscuridad era abominable y sus
posibilidades, indecibles. Incapaz de moverse, Susan permaneció junto a Mark.
El chico avanzó, empujó la puerta hasta abrirla y miró hacia abajo. Susan veía
cómo le temblaba un músculo en la mandíbula.
—Creo... —empezó a decir Mark, y ella oyó algo a sus espaldas y se volvió, con
la súbita sensación de que ya era demasiado tarde. Era Straker. Su sonrisa era una
mueca.
Mark giró sobre los talones, lo vio y trató de eludirlo. El puño de Straker se
estrelló contra su mentón y el chico no supo nada más.
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Cuando Mark recuperó el conocimiento estaban subiéndolo por unas escaleras,
pero no eran las del sótano. No sentía esa sensación pétrea de encierro, y el aire no
era tan fétido. Entreabrió sus párpados apenas, sin que la cabeza dejara de pender
inerte del cuello. Habían llegado a un descanso: el primer piso. Se podía ver con
bastante claridad. El sol no se había puesto todavía. Quedaba una tenue esperanza.
Al llegar al descansillo, de pronto los brazos que lo sostenían desaparecieron y
Mark cayó pesadamente al suelo, golpeándose la cabeza.
—¿No te parece que yo sé cuándo alguien se está haciendo él tonto, jovencito? —
le preguntó Straker.
Visto desde el suelo, parecía de tres metros de estatura. El cráneo calvo relucía
con discreta elegancia en la creciente oscuridad. Mark vio con terror que en el
hombro llevaba un rollo de cuerda.
Se llevó la mano al bolsillo donde había puesto la pistola.
Straker se echó a reír.
—Me tomé la libertad de quitarte la pistola, jovencito. Los niños no deben portar
armas... ni tampoco conviene que lleven a una señorita a lugares donde no les han
invitado.
—¿Qué ha hecho con Susan Norton?
Straker sonrió.
—La llevé donde ella quería ir, amiguito. Al sótano. Más tarde, cuando se ponga
el sol, se encontrará con el hombre a quien vino a ver. Y tú también lo conocerás, tal
vez esta misma noche, tal vez mañana por la noche. Es posible que él te entregue a la
muchacha, pero más bien pienso que se ocupará personalmente de ti. La chica tendrá
sus propios amigos, entre ellos tal vez algunos entremetidos como tú.
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