Page 267 - El Misterio de Salem's Lot
P. 267

náusea..'
               Cuando  empezó  a  pasársele,  Mark  miro  hacia  la  ventana  cerrada.  La  luz  que
           entraba a través de las fisuras de la madera se había desteñido hasta alcanzar un ocre

           opaco. El sol debía de estar poniéndose. Y la puerta estaba cerrada con llave.
               Tiró de la cuerda hasta descolgarla de la viga y empezó a aflojar los nudos de las
           piernas.  Estaban  muy  ajustados,  y  la  reacción  provocada  por  el  éxito  inicial  había

           empezado a debilitar la concentración de Mark.
               Se  soltó  los  muslos,  las  rodillas  y,  tras  un  denodado  esfuerzo,  los  tobillos.  Se
           levantó tambaleante y empezó a frotarse las piernas

               Abajo se oyó ruido de pasos.
               Invadido  por  el  pánico,  levantó  la  mirada,  mientras  sus  narices  se  dilataban.
           Avanzó torpemente hacia la ventana e intentó abrirla. Estaba asegurada con clavos

           enmohecidos, doblados a martillazos sobre la madera del alféizar.
               Los pasos ascendían por la escalera.

               Mark se enjugó la boca con la mano y miró con desesperación alrededor. Dos
           pilas  de  revistas.  Una  pequeña  plancha  metálica  con  un  desgastado  grabado.  El
           armazón de la cama de hierro fundido.
               A ella se dirigió y la levantó por un extremo. Y tal vez algún dios remoto, al ver

           cuánto era lo que el muchacho había hecho solo, se compadeció de él.
               Los pasos habían empezado a acercarse a la puerta cuando Mark consiguió acabar

           de destornillar la pata de la cama.



                                                            4




               Cuando  se  abrió  la  puerta,  Mark  estaba  detrás  de  ella  con  la  pata  de  la  cama

           levantada, como un piel roja con su tomahawk.
               —Jovencito, vengo a...
               Cuando  vio  la  cuerda  tendida  en  el  piso,  la  sorpresa  lo  paralizó,  durante  un

           segundo tal vez. Ya había cruzado la puerta.
               Mark  vivía  las  cosas  con  la  lentitud  de  una  jugada  de  fútbol  que  se  repite  en
           cámara  lenta.  Tenía  la  sensación  de  disponer  de  minutos,  no  de  apenas  unos

           segundos, para apuntar al cráneo que aparecía más acá del umbral de la puerta.
               Con ambas manos asestó el golpe con la pata, no con toda la fuerza de que era
           capaz,  porque  prefirió  sacrificar  un  poco  de  fuerza  para  conseguir  mejor  puntería.

           Alcanzó  a  Straker  exactamente  encima  de  la  sien,  en  el  momento  en  que  éste
           empezaba a darse la vuelta para mirar detrás de la puerta. Los ojos, que tenía muy
           abiertos, se cerraron bruscamente por el dolor. Del cuero cabelludo comenzó a manar

           sangre a borbotones.




                                        www.lectulandia.com - Página 267
   262   263   264   265   266   267   268   269   270   271   272