Page 314 - El Misterio de Salem's Lot
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A las siete ya la panoplia de colores del horizonte se ha reducido a una amarga
línea anaranjada en el oeste, como si alguien hubiera amontonado todas las brasas de
la caldera más allá del borde del mundo. En el este, ya han salido las estrellas y
centellean como diamantes orgullosos. En esta época no hay misericordia en las
estrellas, no son consuelo de los amantes. Su destello es de una bella indiferencia.
Para los niños ha llegado el momento de acostarse. Es hora de que los bebés sean
arropados en sus cunitas, mientras los padres sonríen ante las protestas con que piden
que los dejen levantados un rato más, que les dejen la luz encendida.
Bondadosamente, abren las puertas de los roperos para que vean que no hay nada
escondido allí dentro.
En torno de todos ellos, la bestialidad de la noche alza el vuelo con sus alas
tenebrosas. Ha llegado la hora de los vampiros.
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Matt dormitaba cuando entraron Ben y Jimmy, e inmediatamente despertó con un
sobresalto, sujetando con más fuerza la cruz en su mano derecha.
Sus ojos se cruzaron con los de Jimmy y se dirigieron hacia los de Ben.
—¿Qué ha pasado?
Jimmy se lo contó brevemente. Ben no dijo nada.
—¿Y el cuerpo?
—Callahan y yo lo pusimos boca abajo en una caja que había en el sótano, tal vez
la misma de que se valió Barlow para venir al pueblo. Hace una hora que la
arrojamos al río Royal. La llenamos de piedras, y la llevamos con el coche de Straker.
Si alguien advirtió que el coche estaba aparcado junto al puente, habrán pensado que
era él.
—Hicisteis bien. ¿Dónde está Callahan? ¿Y el chico?
—Fueron a la casa de Mark. Hay que contarles todo a sus padres. Barlow les
amenazó.
—Pero ¿lo creerán?
—Si no lo creen, Mark hará que su padre hable contigo.
Matt asintió. Parecía muy fatigado.
—Ven aquí, Ben —pidió—. Acércate y siéntate en la cama.
Con rostro impasible y aturdido, Ben se acercó. Se sentó y entrecruzó flojamente
las manos sobre las piernas. Sus ojos ardían como carbones encendidos.
—Ya sé que para ti no hay consuelo —le dijo Matt mientras le tomaba una mano
entre las suyas—. Pero no importa; el tiempo te lo traerá. Por el momento, ella
descansa.
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