Page 318 - El Misterio de Salem's Lot
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lo que sea.
—Tal vez sea imposible —respondió Callahan con la misma cordialidad—, pero
lo intentaremos. Si estamos aquí, señor Petrie, es porque Barlow les ha amenazado a
usted y a su esposa.
—¿Es verdad que esta tarde atravesó usted con una estaca el corazón de esa
muchacha?
—Yo no. Fue el señor Mears quien lo hizo.
—¿El cadáver está allí todavía?
—Lo arrojaron al río.
—Si todo eso es verdad —señaló Petrie—, han implicado ustedes a mi hijo en un
crimen. ¿Se da cuenta de eso?
—Claro que sí. Era necesario. Señor Petrie, con que llame usted a Matt Burke al
hospital...
—Oh, estoy seguro de que sus testigos le respaldaran —respondió Petrie, sin
abandonar su inquietante sonrisa de suficiencia—. Es una de las cosas fascinantes con
estas chifladuras. ¿Puedo ver la carta que les dejó ese Barlow?
Callahan maldijo para sus adentros.
—La tiene el doctor Cody —explicó, y agregó como si acabara de ocurrírsele—:
En realidad tendríamos que ir al hospital de Cumberland. Si habla usted con...
Petrie sacudió la cabeza.
—Antes conversemos un poco más. Estoy seguro de que sus testigos son de
confianza, ya se lo he dicho. El doctor Cody es nuestro médico de cabecera, y nos
gusta mucho a todos. Y también tengo entendido que Matthew Burke es
irreprochable... como profesor, por lo menos.
—¿Pese a todo? —terció Callahan.
—Padre Callahan, se lo plantearé a mi manera. Si una docena de testigos de
confianza le contaran que a mediodía han visto un escarabajo gigante que se paseaba
por el parque del pueblo cantando Dulce Adelina y haciendo ondear la bandera de la
Confederación, ¿usted les creería?
—Si estuviera seguro de que los testigos eran de fiar, y de que no estaban
bromeando, estaría dispuesto a creerles, sí.
—Pues en eso diferimos —declaró Petrie con su sonrisita.
—Signo de una mentalidad cerrada —señaló Callahan.
—No... simplemente de una posición firme y convencida.
—Es lo mismo. Dígame, ¿en la compañía donde usted trabaja están de acuerdo en
que los ejecutivos tomen decisiones basadas en sus propias creencias y no en los
hechos? Eso no es lógica, Petrie; es mojigatería.
Petrie dejó de sonreír y se levantó.
—La historia que usted me cuenta es inquietante, de eso estoy seguro. Han
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