Page 347 - El Misterio de Salem's Lot
P. 347

—¿Por qué te detienes aquí? —preguntó Mark.
               —Por si estuviera escondido ahí dentro —dijo Jimmy—. Es algo tan obvio que
           tal  vez  haya  pensado  que  no  lo  tendríamos  en  cuenta.  Y  creo  que  a  veces  los

           aduaneros ponen una marca en los cajones que han revisado, con tiza.
               Dieron  la  vuelta  hacia  la  parte  trasera  de  la  tienda  y,  mientras  Ben  y  Mark  se
           encorvaban  para  protegerse  de  la  lluvia,  Jimmy,  cubriéndose  el  brazo  con  su

           impermeable, rompió el cristal de la puerta.
               Dentro,  el  aire  era  pestilente  y  rancio,  como  si  aquello  hubiera  estado  cerrado
           desde hacía siglos, no unos pocos días. Ben asomó la cabeza por la puerta que daba a

           la tienda, pero allí no había lugar donde esconderse.
               —¡Venid aquí! —llamó Jimmy con voz ronca, y Ben sintió que el corazón le daba
           un vuelco.

               Jimmy y Mark estaban junto a un largo cajón de tablas que Jimmy había abierto
           parcialmente con el extremo hendido del martillo que llevaba. Dentro se distinguía

           una mano pálida y una manga oscura.
               Sin vacilar, Ben se abalanzó sobre el cajón, mientras Jimmy seguía utilizando el
           martillo en el extremo opuesto.
               —Ben —le advirtió—, vas a hacerte daño en las manos.

               Ben no le oía. Rompía a puñetazos las tablas del cajón y las arrancaba sin pensar
           en  clavos  ni  en  astillas.  Ahí  estaba,  ahí  tenían  a  ese  ser  siniestro  y  resbaladizo,  y

           ahora podría hundirle la estaca en el corazón de la misma manera que se la había
           clavado a Susan, ahora... Pero de repente, se encontró mirando la palidez del rostro de
           Mike Ryerson.
               —¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Jimmy.

               —Lo  mejor  será  ir  a  casa  de  Mark  —reiteró  Ben,  en  cuya  voz  vibraba  la
           decepción—. Ya sabemos dónde está, y aún no tenemos ninguna estaca.

               Descuidadamente, volvieron a poner en su lugar los trozos de madera astillada.
               —Deja que te examine las manos, están sangrando —dijo Jimmy.
               —Más tarde. Vamos.
               Volvieron  a  rodear  el  edificio,  embargados  todos  por  la  inexpresada  alegría  de

           estar otra vez al aire libre. Jimmy avanzó por Jointner Avenue y se introdujo en la
           zona residencial del pueblo, un poco más allá del pequeño centro comercial. Llegaron

           a la casa de Mark en menos tiempo del que hubieran deseado.
               El viejo sedán del padre Callahan seguía aparcado en el camino de entrada. Al
           verlo, Mark palideció y miró hacia otro lado.

               —No puedo entrar ahí —balbuceó—. Lo siento, pero esperaré en el coche.
               —No tienes por qué disculparte, Mark —le tranquilizó Jimmy.
               Aparcó y bajaron del coche. Ben titubeó un momento antes de apoyar la mano en

           el hombro de Mark.




                                        www.lectulandia.com - Página 347
   342   343   344   345   346   347   348   349   350   351   352