Page 354 - El Misterio de Salem's Lot
P. 354

en  la  cama.  Los  dos  niños  estaban  en  una  litera  de  su  dormitorio,  vestidos  con
           pijamas idénticos, estampados con personajes de la historieta del osito Pu. Encontrar
           a Dave les llevó más tiempo; se había escondido en un armario para guardar maletas

           que había sobre la puerta del pequeño garaje.
               Jimmy hizo marcas circulares en la puerta de entrada y en la del garaje.
               —Parece que vamos bien —comentó.

               —¿Podrías esperar un momento? —preguntó Mark—. Me gustaría lavarme las
           manos.
               —Claro, A mí también me gustaría, y no creo que los Evans tengan inconveniente

           en que usemos su cuarto de baño.
               Los dos entraron, y Jimmy se sentó en una de las sillas de la sala y cerró los ojos.
           No tardó en oír el agua correr en el cuarto de baño.

               Sobre la oscura pantalla de sus ojos cerrados veía la mesa de la funeraria, cómo la
           sábana  que  cubría  a  Marjorie  Glick  empezaba  a  estremecerse,  cómo  la  mano  se

           deslizaba y los dedos iniciaban su lenta danza en el aire...
               Abrió otra vez los ojos.
               La  casa  donde  se  encontraban  estaba  en  mejores  condiciones  que  la  de  los
           McDougall, más pulcra, más cuidada. Jimmy no había conocido a la señora Evans,

           pero tenía la impresión de que debía de haber sido una mujer orgullosa de su hogar.
           En  un  cuarto  pequeño,  que  probablemente  en  el  folleto  del  vendedor  habría  sido

           considerado  como  lavadero,  estaban  guardados  ordenadamente  los  juguetes  de  los
           niños. Pobres crios, pensó Jimmy, ojalá los hayan disfrutado mientras todavía había
           para ellos días en que el sol y la luz eran un placer. Había un triciclo, varios camiones
           de plástico, una gasolinera, un vehículo con tracción de oruga, y una diminuta mesa

           de billar.
               Jimmy apartó los ojos, pero al punto volvió a mirarla, sobresaltado.

               Tiza azul.
               Tres luces en hilera, con pantallas.
               Bajo las luces, hombres que caminaban alrededor de la mesa verde, con los tacos
           en alto, sacudiéndose de los dedos el polvo de tiza azul...

               —¡Mark! —gritó mientras se enderezaba bruscamente en la silla— ¡Mark!
               El chico vino corriendo.




                                                           39




               Un antiguo alumno de Matt (del curso del sesenta y cuatro, con excelentes notas
           en literatura y sólo mediocres en composición) había ido a verlo al hospital alrededor

           de las dos y media. Tras hacer algún comentario sobre los libros que encontró en el




                                        www.lectulandia.com - Página 354
   349   350   351   352   353   354   355   356   357   358   359