Page 356 - El Misterio de Salem's Lot
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—Muy interesante —comentó mientras levantaba la vista hacia Matt—, pero no
creo... ¡Señor Burke! Señor Burke, ¿se encuentra bien? ¡Enfermera! ¡Oiga,
enfermera!
Matt se había quedado con los ojos fijos, una mano contraída sobre la sábana,
mientras con la otra se apretaba el pecho. Su cara se había puesto muy pálida, y en el
centro de la frente le latía una vena.
Es muy pronto, pensaba. Aún es demasiado pronto...
Dolor, dolor que le azotaba en grandes oleadas, que le empujaba hacia la
oscuridad.
Cuidado con ese último paso, es un asesino, pensó confusamente.
Después, la caída.
Herbert (o Harold) salió corriendo de la habitación, derribando a su paso una silla
y una pila de libros. La enfermera ya acudía a su llamada.
—Es el señor Burke —balbuceó Herberg (o Harold), que seguía con el libro en la
mano, señalando con el índice la página donde estaba la fotografía de Momson,
Vermont.
La enfermera entró en la habitación. Matt estaba tendido con la cabeza colgando
fuera de la cama y los ojos cerrados.
—¿Está...? —balbuceó Herbert (o Harold). No hacía falta completar la pregunta.
—Sí, creo que sí —contestó la enfermera, al mismo tiempo que pulsaba un botón
para llamar al servicio de urgencia—. Ahora tendrá usted que retirarse.
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—Pero en Solar no hay sala de billares —objetó Mark—. La más próxima está en
Gates Falls. ¿Tú crees que iría hasta allá?
—No, claro que no. Pero hay gente que tiene una mesa de billar en su propia casa.
—Sí, eso lo sé.
—Y hay otra cosa que no puedo recordar —dijo Jimmy.
Se recostó con los ojos cerrados y los cubrió con las manos. Había otra cosa, que
en su mente se vinculaba con algo de plástico, ¿Porqué plástico? Había juguetes de
plástico, utensilios de plástico para salir de picnic, cubiertas de plástico para proteger
los botes durante el invierno...
De pronto se formó en su mente la imagen de una mesa de billar envuelta en una
gran funda de plástico para protegerla del polvo... Una imagen completa, hasta con
banda de sonido, con una voz que decía: «En realidad tendría que venderla antes de
que el fieltro se llene de moho, como dice Ed Craig que puede pasar, pero como era
de Ralph...»
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