Page 360 - El Misterio de Salem's Lot
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volumen. Estaba llorando.
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Ben iba andando por Jointner Avenue en dirección al pueblo cuando apareció por
el camino el Buick de Jimmy, avanzando con espasmodicas sacudidas, zigzagueando
como un borracho. Le hizo señas con la mano y el coche se acercó, una de las ruedas
delanteras chocó contra la acera y finalmente se detuvo.
Mientras preparaba las estacas, Ben había perdido la noción del tiempo, y se
había sobresaltado al comprobar que eran casi las cuatro y diez. Entonces se aseguró
un par de estacas en el cinturón y subió por las escaleras para hablar por teléfono.
Cuando se disponía a coger el aparato, recordó que no funcionaba.
Preocupado, corrió hacia fuera y miró los dos coches aparcados, el de Callahan y
el de Petrie. Ninguno tenía las llaves puestas. Podría haber vuelto a buscarlas en los
bolsillos de Henry Petrie, pero la sola idea le repelía. Entonces echó a andar a paso
vivo por la carretera, la mirada alerta por si veía el coche de Jimmy. Había pensado ir
directamente al colegio Brock Street cuando vio venir el Buick.
Cuando el coche se detuvo, corrió hacia el lado del conductor y se encontró a
Mark Petrie sentado al volante, solo. El chico miró con aturdimiento a Ben. Movía
los labios sin conseguir sonido alguno.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Jimmy?
—Muerto... —balbuceó por fin Mark—. Barlow ha vuelto a ganarnos la partida.
Está escondido en el sótano de la pensión de la señora Miller. Jimmy también está
allí... Yo bajé para ayudarle, y casi no pude volver a subir. Pero encontré una tabla
por donde pude trepar; pensé que me quedaría atrapado allí abajo», hasta que se
pusiera el sol...
—¿Qué pasó? ¿De qué estás hablando?
—Jimmy entendió lo de la tiza azul. Mientras estábamos en una casa, en el Bend.
Tiza azul... mesas de billar. En el sótano de la casa de Eva Miller hay una mesa de
billar que perteneció a su marido. Jimmy telefoneó a la pensión, y como nadie
contestaba, fuimos allá.
Levantó su rostro sin lágrimas.
—Me dijo que buscara una linterna, porque la luz del sótano no funcionaba, lo
mismo que en la casa de los Marsten, así que me puse a mirar por allí. Y... vi que
faltaban todos los cuchillos de la rejilla que hay sobre el fregadero, pero no se me
ocurrió pensar nada. Así que en cierto modo, yo lo maté. Fui yo. Ha sido por mi
culpa, sólo por mi culpa...
Ben le sacudió con energía.
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