Page 364 - El Misterio de Salem's Lot
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—Casi te estrellas. Uno que iba en la otra dirección no chocó contigo por un pelo.
—Agente —dijo Ben—, queremos hablar con usted de lo que está sucediendo en
el pueblo. Apoyando las manos en la barandilla del pequeño porche cubierto, Parkins
Gillespie escupió la colilla de su cigarrillo. Sin mirar a ninguno de los dos, contestó
con calma:
—No quiero hablar de eso.
Los dos se miraron, confundidos.
—Hoy, Nolly no se ha presentado —continuó Parkins con el mismo tono
tranquilo—. Y de algún modo, sé que no vendrá. Llamó anoche a última hora y dijo
que había visto el coche de Homer McCaslin allá por Deep Cut Road..., creo que fue
Deep Cut lo que dijo. Y después no volvió a llamar. —Lenta y tristemente, Parkins
buscó en el bolsillo de su camisa hasta sacar otro Pall Malí, y lo hizo girar, entre el
pulgar y el índice—. Toda esta maldita historia me costará la vida —concluyó.
Ben volvió a intentarlo. —Barlow, el hombre que compró la casa de los Marsten,
en este momento está oculto en el sótano de la pensión de Eva Miller. —¿De veras?
—preguntó Gillespie sin especial sorpresa—. Él es el vampiro, ¿no? Lo mismo que
en las historietas que leíamos hace veinte años.
Ben no dijo nada. Cada vez se sentía más como un hombre extraviado en una
pesadilla, larga y destructora, en la que el mecanismo avanza sin fin, invisible, apenas
por debajo de la superficie de las cosas.
—Me voy del pueblo —anunció Parkins—. Ya tengo todas mis cosas en el coche.
La pistola la dejo en el estante, y la placa también. Estoy harto de la policía. Me voy
con mi hermana, a Kittery. Supongo que está bastante lejos como para resultar
seguro,
—Vil gusano —se oyó decir Ben remotamente—. Cobarde. El pueblo todavía
está vivo, y usted lo abandona de ese modo.
—No está vivo. —Parkins encendió el cigarrillo con una cerilla—. Entonces él no
habría venido. Está muerto, como él... y desde hace veinte años o más. Y lo mismo
está pasando con todo el país. Hace un par de semanas fui con Nolly al cine al aire
Ubre de Falmouth, justo antes de que dieran por terminada la temporada. En una sola
película del Oeste he visto más sangre y más muertos que en los dos años que pasé en
Corea. Y los chavales comían palomitas de maíz y gritaban de entusiasmo,
animándolos. —Señaló vagamente hacia el pueblo, teñido de un oro sobrenatural por
los rayos oblicuos del sol, que le daban aspecto onírico—. Es probable que les guste
ser vampiros, pero a mí no; y esta noche Nolly vendrá a buscarme. Así que me voy.
Ben le miraba, impotente. —Y para ustedes dos, lo mejor es que se metan en ese
coche y se larguen de aquí — aconsejó Parkins—. El pueblo seguirá andando sin
nosotros, por un tiempo... Y después no importa. Sí, pensó Ben. ¿Por qué no hacer
eso, largarse sin mirar atrás? Mark respondió por los dos. —Porque él es malvado.
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