Page 365 - El Misterio de Salem's Lot
P. 365

Realmente malvado, señor. Por eso no nos iremos. —¿De veras? —repuso Parkins.
           Con un gesto de asentimiento, dio una calada a su Pall
               Malí—.  Bueno,  está  bien.  —Miró  hacia  el  edificio  del  instituto—.  Hoy  la

           asistencia fue reducidísima... Los autobuses no pasaban a la hora, los chicos estaban
           enfermos, de la escuela llamaban a las casas sin que nadie contestara. El director me
           llamó y yo le tranquilicé un poco. Es un hombrecillo calvo, muy gracioso, que cree

           que  sabe  lo  que  hace.  Bueno,  de  todas  maneras  los  profesores  estaban  presentes.
           Como la mayoría viven fuera del pueblo... Siempre pueden enseñarse entre ellos.
               —No todos son de fuera del pueblo —comentó Ben, pensando en Matt.

               —Lo mismo da —dijo Parkins y sus ojos se fijaron en las estacas que Ben llevaba
           —.  ¿Con  eso  van  a  tratar  de  acabar  con  Barlow?  —Sí.  —Si  quieren  un  arma  de
           fuego,  cojan  la  mía.  Esa  pistola  fue  idea  de  Nolly.  A  Nolly  le  gustaba  ir  armado,

           aunque  ni  siquiera  hay  un  banco  en  el  pueblo.  Será  un  buen  vampiro,  una  vez  se
           acostumbre.

               Mark  le  miraba  cada  vez  más  horrorizado,  y  Ben  comprendió  que  tenía  que
           llevárselo. Eso era lo peor.
               —Vamos —le dijo—. No hay nada que hacer.
               —Creo que no —asintió Parkins. Sus ojos descoloridos, atrapados en una red de

           arrugas, recorrieron el pueblo—. Vaya si está quieto. He visto a Mabel Werts espiar
           con sus gemelos, pero no creo que hoy haya mucho que ver. Es probable que esta

           noche haya más.
               Cuando volvieron al coche eran casi las 17.30.



                                                           46





               A  las  seis  menos  cuarto  se  detuvieron  frente  a  la  iglesia  de  St.  Andrew.  Las
           sombras  que  arrojaba  la  iglesia,  cada  vez  más  alargadas,  atravesaban  la  calle  para
           caer, como una profecía, sobre la casa parroquial. Ben sacó del asiento de atrás el

           maletín  de  Jimmy  y  lo  abrió.  Encontró  en  él  algunos  frasquitos,  los  vació  por  la
           ventanilla y se los guardó en el bolsillo.
               —¿Qué haces?

               —Los llenaremos de agua bendita —explicó Ben—. Vamos.
               Recorrieron el sendero que llevaba hasta la iglesia y subieron por los escalones.
           Cuando estaba a punto de abrir la puerta, Mark se detuvo.

               —Mira eso.
               El  picaporte  estaba  ennegrecido  y  ligeramente  deformado,  como  si  hubiera
           recibido una descarga eléctrica.

               —¿Tiene algún sentido para ti? —le preguntó Ben.




                                        www.lectulandia.com - Página 365
   360   361   362   363   364   365   366   367   368   369   370