Page 96 - La iglesia
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colegas sevillanos, capitaneando una cofradía que procesionaría una talla
barroca inédita. Ahora eso le parecía peccata minuta. Su nueva tarea era de
salvación, de santidad, superior incluso a los mensajes marianos recibidos
hasta la fecha. A él le había hablado el propio Dios a través de Su Hijo, un
privilegio del que solo disfrutaron los santos hombres que aparecen en la
Biblia.
Por supuesto que obedecería. Cualquier cosa que el Señor le pidiera, la
haría sin pensar en sus consecuencias. Dios proveerá.
Antes de ir a la cama, escondió la botella de Havana Club en el cajón de la
mesa del ordenador. Atravesó la cocina y el pasillo a trompicones hasta llegar
al dormitorio. Se desvistió sin hacer ruido y se acostó junto a Lola, dándole la
espalda.
No quería que el olor a alcohol la despertara.
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