Page 97 - La iglesia
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                                      LUNES, 11 DE FEBRERO







               El padre Ernesto abrió los ojos a las seis de la mañana, una hora antes de que
               sonara la alarma del teléfono. Habían quedado a las nueve con José Antonio
               Rodero y Fernando Jiménez para concertar el inicio de los trabajos de pintura.

               Intentó recuperar el sueño, pero desistió a los quince minutos, así que apartó
               las sábanas de una patada y se levantó. Descubrió luz en el dormitorio vacío
               que Félix había transformado en cuarto de estudio. Le encontró en pijama,
               sentado  frente  a  su  viejo  Toshiba,  con  la  cabeza  apoyada  en  la  mano

               izquierda. Ni siquiera le oyó entrar.
                    —Buenos días —saludó Ernesto—. ¿Has madrugado o no has dormido?
                    Félix giró la cabeza y le saludó con un breve ademán.
                    —Me desperté a eso de las tres y no me pude volver a dormir.

                    —¿Otra vez? Este fin de semana te he visto dormir poco. ¿Estás nervioso?
                    —Estuve  dándole  vueltas  al  tema  de  los  jorgianos,  la  talla  y  demás…
               Mira.
                    Félix seleccionó una de las muchas pestañas que tenía abierta en Chrome.

               Correspondía a una web que trataba sobre la historia de la orden de San Jorge
               de Capadocia.
                    —De Ignacio de Guzmán no he encontrado nada distinto a lo que vimos el
               viernes  en  la  tablet  de  Rodero  —⁠dijo⁠—.  Tampoco  es  que  haya  demasiada

               información de los jorgianos en internet. Lucharon contra los musulmanes en
               España  durante  la  Reconquista,  y  luego  participaron  en  las  Cruzadas,  en
               Tierra  Santa.  A  partir  de  entonces  apoyaron  a  cualquiera  que  combatiera
               contra el islam en general y contra los turcos en particular. En alguna que otra

               web se menciona su desembarco en Ceuta. Al fin y al cabo, era el lugar más
               cercano donde aún se mantenía abierto un conflicto con los árabes.
                    —Pues no pierdas más el tiempo con eso. Has pasado el fin de semana
               entero ahí sentado.

                    —Lo  sé  —reconoció  Félix—.  El  caso  es  que  no  paro  de  pensar  en  las
               actividades nocturnas del padre Artemio.





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