Page 59 - Las ciudades de los muertos
P. 59
—No fue un sueño. Ve a mirar en la tumba —señalé con el pulgar por encima de
mis espaldas.
Se puso en pie y caminó tambaleándose hacia la puerta. La luz del sol alumbraba
lo justo para ver el interior.
—Mis cámaras, mi equipo. ¿Está todo destrozado?
—No he hecho inventario.
Se acercó de nuevo a mí y se dejó caer pesadamente en el suelo.
—Te dije que dejaras en paz a esos chacales, Henry.
—Pero yo… —se restregó los ojos y volvió a bostezar—. ¡Mi hechizo funcionó,
Howard!
—Tonterías.
—El chacal gruñó y se movió, lo recuerdo.
—Hubo gruñidos, de acuerdo, pero ¿eran del chacal muerto o de sus compañeros?
—Estaba vivo, Howard. Vi sus ojos.
—Viste cómo reflejaban la luz de la linterna.
Permaneció en silencio y luego volvió a bostezar.
—Los demás…, sus ojos también brillaban.
—Los ojos de todos los animales nocturnos, como los gatos, los murciélagos y
los chacales reflejan la luz…
—Te dijo que algo sobrenatural ha ocurrido aquí esta noche. Los hijos de
Anubis…
—Henry, todo tiene una explicación lógica.
—El chacal muerto se movió.
—No, la luz parpadeó o, si no, es que no estaba muerto en realidad.
Asintió, exasperado por mi tozudez.
—Henry, te estás dejando llevar por tus sentimientos e interpretas lo que viste
para que concuerde con lo que quieres creer.
—Sí, Howard. O tal vez seas tú quien lo hace.
Era una locura. Me sonrió.
—Necesito dormir más.
—Ahora no. Debemos regresar a la ciudad. Tengo cosas que hacer.
Volvió a ponerse en pie, se acercó a la entrada de la tumba y se introdujo en ella.
—Howard —salió casi al instante—. No hay chacales aquí dentro, ni rastro de
ellos, sólo lo que queda de mi equipo.
Me acerqué a observar. No había ninguno, en efecto.
—Entonces es que no estaba en realidad muerto, sino sólo herido.
Me dedicó una sonrisa altiva.
Miré a mi alrededor, encendí una linterna y recorrí toda la tumba. Luego, una vez
en el exterior, escudriñé las montañas, pero no logré ver a ninguno de ellos.
www.lectulandia.com - Página 59