Page 24 - Un café con sal
P. 24
preguntó:
—¿Te diviertes en las redes sociales?
Aún bloqueada por verlo a su lado, respondió acalorada al recordar, una vez más, lo ocurrido
entre ellos.
—Sí.
Los nervios la atenazaron. ¿La había seguido?
Al mirarlo con detenimiento, vio que estaba empapado. No llevaba paraguas, y su traje, su pelo,
su camisa… chorreaban. Pobre. Debía de estar congelado.
Durante un minuto que se hizo eterno, ambos se mantuvieron en silencio sumidos en sus propios
pensamientos hasta que finalmente él, al ver el efecto que había causado en ella, se levantó y dijo:
—Lo siento. Te he interrumpido. Será mejor que me vaya.
Eso la hizo reaccionar y, agarrándolo del brazo, pidió:
—Quédate. No interrumpes nada.
Cuando él se volvió a sentar, ella apagó el iPad y, mirando la taza de cerámica que él llevaba,
preguntó:
—¿Qué estás bebiendo?
—Un expreso, ¿y tú?
Lizzy contempló su vaso de plástico transparente donde ponía su nombre en rotulador negro y
respondió:
—Un frappuccino de vainilla.
Él miró el vaso y, sorprendido, planteó:
—¿Está bueno servido en un recipiente de plástico?
Ella asintió y, cogiéndolo, lo puso delante de él y dijo:
—¿Quieres probarlo?
William la miró y, sonriendo por primera vez, murmuró:
—No, gracias. Con el expreso tengo suficiente.
Nerviosa y desorientada por su presencia, dio un trago a su bebida.
—¿Qué haces aquí? —preguntó.
Cansado de sentirse como un quinceañero cuando en realidad era un infalible hombre de
negocios londinense, pensó en qué decir, pero finalmente confesó.
—Te he seguido.
Lizzy se atragantó.
—¡¿Qué?!
—Quería estar contigo. —Incrédula, pestañeo, y él añadió—: No sé si debo disculparme por lo
ocurrido hoy en el despacho, pero es verte y desear cosas que nunca pensé que desearía con una
joven como tú.
—¿Como yo? ¿Qué quiere decir eso de «una joven como yo»?
Sin poder evitarlo, levantó una mano hacia el lado de la cabeza que Lizzy llevaba rapado y,
tocándoselo, murmuró:
—Soy bastante mayor que tú y…
—Ah, vale —lo cortó—. Ya te entiendo.
William sonrió y, rozándole el óvalo de la cara, dijo:
—Me atraes mucho. Tanto como para cometer la locura que he hecho hoy en mi despacho, pero