Page 161 - La máquina diferencial
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—Ocurrió en el derby. Vi a una dama con velo dentro de un coche de alquiler. La
trataban de una forma horrenda un hombre y una mujer a quienes tomé por
criminales. La mujer era una tal Florence Russell Bartlett, como supongo que ya
sabe.
—Sí. Estamos buscando con todas nuestras energías a la señora Bartlett.
—No pude identificar al varón que la acompañaba. Pero quizás haya oído su
nombre por casualidad: «Swing» o «capitán Swing». Fraser pareció sorprenderse un
tanto.
—¿Le contó ese detalle al señor Oliphant?
—No. —Mallory sintió que pisaba hielo quebradizo y no dijo nada más.
—Quizá fuera lo mejor —comentó Fraser después de pensarlo un momento—. El
señor Oliphant es un poco imaginativo en ocasiones, y el «capitán Swing» es un
nombre bastante famoso en el negociado de las conspiraciones. Un personaje mítico,
como Ned Ludd o el general Ludd. Las bandas de Swing fueron hace años luditas de
campo. Pirómanos en su mayor parte. Se dedicaban a quemar pajares. Pero en la
Época de los Problemas se volvieron más violentos, mataron a una buena cantidad de
terratenientes y quemaron sus magníficas mansiones.
—Ah —dijo Mallory—. ¿Entonces cree usted que este tipo es un ludita?
—Ya no quedan luditas —respondió Fraser con calma—. Están tan muertos como
sus dinosaurios. Sospecho más bien de algún anticuario malicioso. Tenemos la
descripción de este tipo, tenemos nuestros métodos. Cuando lo atrapemos, lo
interrogaremos al respecto de esa querencia suya por las identidades falsas.
—Bueno, este tipo no es, desde luego, un trabajador del campo, sino una especie
de dandi afrancesado de las carreras. ¡Cuando defendí a la dama se abalanzó sobre mí
con un estilete! Me hizo un corte en la pierna. Supongo que tengo suerte de que la
hoja no estuviera envenenada.
—Quizá lo estuviera —dijo Fraser—. La mayor parte de los venenos son mucho
menos potentes de lo que supone el público.
—Bueno, derribé al muy granuja y los alejé de su víctima. El ojeador juró dos
veces que me mataría. «Destruir», fue la palabra que utilizó. Luego me di cuenta de
que la dama solo podía ser lady Ada Byron. Comenzó a hablar de una forma muy
extraña, como si estuviera drogada, o muerta de miedo. Me rogó que la escoltara
hasta el recinto real, pero cuando nos acercamos al palco se me escapó con algún
truco, sin siquiera darme las gracias por las molestias.
Mallory hizo una pausa mientras manoseaba el contenido de sus bolsillos.
—Supongo que eso es lo esencial, señor. Poco después gané una buena cantidad
de dinero apostando por un faetón de vapor construido por un amigo mío. Me dio una
información muy útil, y en un momento pasé de ser un modesto estudioso a
convertirme en un hombre con ciertos recursos. —Mallory se atusó la barba—. Por
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