Page 162 - La máquina diferencial
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grande que haya sido el cambio, en ese momento aquella no me pareció la maravilla
           mayor.
               —Ya  veo.  —Fraser  siguió  caminando  en  silencio.  Se  acercaron  a  Hyde  Park

           Corner,  donde  los  hombres  se  encaramaban  a  cajones  de  jabón  para  arengar  a  la
           multitud  al  tiempo  que  tosían.  Fraser  y  Mallory  guardaron  silencio  mientras
           caminaban entre la masa de oyentes escépticos.

               Cruzaron el bullicio frenético y vociferante de Knightsbridge. Mallory esperaba
           que  Fraser  dijera  algo,  pero  el  policía  guardaba  silencio.  Ante  las  altas  verjas  de
           hierro de Green Park, Fraser se volvió y contempló durante un buen rato la calle que

           habían dejado atrás.
               —Podemos acortar por Whitehall —dijo por fin—. Conozco un atajo.
               Mallory asintió y lo siguió.

               En Buckingham Palace se estaba cambiando la guardia. La familia real, como era
           su costumbre, veraneaba en Escocia, pero el cuerpo de guardias de elite llevaba a

           cabo el ritual diario en ausencia de la reina. Las tropas de palacio marchaban con
           orgullo,  ataviadas  con  el  equipo  más  moderno  y  eficiente  del  ejército  británico:
           uniforme  de  batalla  de  Crimea  de  color  pardo,  salpicado  de  forma  científica  para
           engañar al ojo enemigo. Según todas las informaciones, aquella ingeniosa tela había

           confundido por completo a los rusos. Tras las tropas de a pie, un tiro de caballos de
           artillería  arrastraba  un  gran  órgano  militar  cuyos  alegres  tintineos  y  entusiastas

           zumbidos  sonaban  extrañamente  melancólicos  y  tétricos  bajo  aquel  aire  quieto  y
           maloliente.
               Mallory había estado esperando a que Fraser llegara a una conclusión. Al final ya
           no pudo aguantar más.

               —¿Usted cree que me encontré con Ada Byron, señor Fraser?
               Fraser carraspeó y escupió con discreción.

               —Sí, señor, lo creo. No me gusta mucho el tema, pero no veo que tenga nada de
           extraordinario.
               —¿No?
               —No, señor. Creo que veo la raíz de todo, con bastante claridad. Son problemas

           de juego. Lady Ada tiene un modus.
               —¿Un modus? ¿Qué es eso?

               —Es  una  leyenda  en  los  círculos  deportivos,  doctor  Mallory.  Un  modus  es  un
           sistema  de  juego,  un  truco  secreto  de  la  ingeniería  matemática  para  derrotar  a  los
           corredores de apuestas. Todos los chasqueadores ladrones quieren un modus, señor.

           ¡Es su piedra filosofal, una forma de sacar oro del aire!
               —¿Se puede hacer eso? ¿Es posible realizar un análisis así?
               —De ser posible, señor, quizá lady Ada Byron podría conseguirlo.

               —La amiga de Babbage... —musitó Mallory—. Sí, puedo creerlo. ¡Desde luego




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