Page 163 - La máquina diferencial
P. 163

que puedo!
               —Bueno, quizá tenga un modus o quizá solo crea que lo tiene —señaló Fraser—.
           Yo no soy matemático, pero sé que jamás ha habido un sistema de apuestas eficiente

           que valga un pimiento. En cualquier caso, la señora ha vuelto a meterse en algo muy
           desagradable. —El policía gruñó indignado—. Hace años que persigue ese fantasma
           de  los  chasqueadores,  y  se  ha  codeado  con  muy  feas  compañías:  estafadores,

           chasqueadores de baja estofa, prestamistas y cosas peores. ¡Ha amasado deudas de
           juego hasta el punto del escándalo público!
               Mallory metió los pulgares en el cinturón monedero con aire ausente.

               —Bueno,  si  Ada  ha  descubierto  de  verdad  un  modus,  ¡ya  no  tendrá  deudas
           durante mucho tiempo! Fraser lanzó a Mallory una mirada de compasión por ser tan
           ingenuo.

               —¡Un  auténtico  modus  destruiría  la  institución  del  hipódromo!  Destrozaría  el
           sustento de toda la clase alta del deporte... ¿Ha visto alguna vez a la chusma de las

           carreras moler a palos a un timador? Esa es la clase de revuelta que provocaría un
           modus. Su Ada quizá sí sea una gran erudita, ¡pero tiene el sentido común de una
           simple mosca!
               —¡Es una gran intelectual, señor Fraser! Un genio. He leído sus artículos, y las

           magníficas matemáticas...
               —Lady Ada Byron, reina de las máquinas —lo interrumpió Fraser con un tono

           tristísimo que contenía más hastío que desdén—. ¡Una mujer resuelta! Muy parecida
           a su madre, ¿eh? Usa anteojos verdes y escribe doctos libros. Quiere darle la vuelta al
           universo y jugar a los dados con los hemisferios. Las mujeres nunca saben cuándo
           deben parar.

               Mallory sonrió.
               —¿Es usted un hombre casado, señor Fraser?

               —No —dijo Fraser.
               —Yo tampoco, todavía no. Y lady Ada no se ha casado nunca. Se desposó con la
           ciencia.
               —Toda mujer necesita un hombre que le sujete las riendas —dijo Fraser—. Es el

           plan de Dios para las relaciones entre hombres y mujeres.
               Mallory frunció el ceño. Fraser reparó en su mirada y se lo pensó otra vez.

               —Es la adaptación de la evolución para la especie humana —se corrigió.
               Mallory asintió con lentitud.





           Fraser parecía bastante renuente a conocer a Benjamin Disraeli. Presentó una escueta
           excusa: dijo que tenía que vigilar las calles en busca de espías, pero Mallory pensó
           que era mucho más probable que conociera la reputación de Disraeli y no confiara en

           la discreción del periodista. Y no era de extrañar.


                                        www.lectulandia.com - Página 163
   158   159   160   161   162   163   164   165   166   167   168