Page 75 - La máquina diferencial
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—No pensé que desperdiciaría un buen dinero en cosas vanas.
—No es cosa vana vestirse como corresponde a la propia posición. —Godwin lo
miró de arriba abajo con una expresión perspicaz—. Ese es el viejo abrigo de
marchas de Wyoming, ¿no?
—Una prenda práctica —dijo Mallory.
—No para Londres. No para dar conferencias sofisticadas a las elegantes damas
de Londres que siguen la última moda de la Historia natural.
—No me avergüenzo de lo que soy —replicó Mallory con tono rotundo.
—El sencillo Ned Mallory —asintió Godwin—, que llega a Epsom con una gorra
de ingeniero para que los muchachos no se pongan nerviosos al conocer a un famoso
intelectual. Sé por qué lo hizo, Ned, y lo admiro. Pero escuche lo que le digo: algún
día será lord Mallory, tan seguro como que ahora estamos aquí bebiendo. Tendrá un
elegante abrigo de seda, una cinta en el bolsillo y estrellas y medallas de todos los
colegios científicos. Porque es usted el hombre que desenterró el gran leviatán
terrestre y encontró un sentido maravilloso a una maraña de huesos rocosos. Eso es lo
que es, Ned, y bien podría empezar a afrontarlo.
—No es tan sencillo como cree —protestó Mallory—. No sabe cómo es la
política de la Real Sociedad. Yo soy catastrofista. Los uniformistas dominan la
situación cuando se trata de conceder puestos y honores. Hombres como Lyell y ese
maldito botarate de Rudwick...
—Charles Darwin es lord. Gideon Mantell es lord, y su iguanodonte es una
gamba al lado de ese brontosauro de usted.
—¡No se atreva a hablar mal de Gideon Mantell! Es el mejor hombre de ciencia
que ha dado Sussex jamás, y fue muy amable conmigo. Godwin miró su jarra vacía.
—Le ruego que me perdone. Ya veo que he hablado con demasiada franqueza.
Estamos lejos del salvaje Wyoming, donde nos sentábamos alrededor de una hoguera
como simples hermanos ingleses y nos rascábamos donde nos picaba.
Se puso los anteojos ahumados.
—Pero recuerdo esas charlas teóricas que nos daba para explicarnos qué eran esos
huesos. «La forma sigue a la función». «La supervivencia del más fuerte». Las
nuevas formas nos muestran el camino. Quizás al principio parezcan raras, pero la
naturaleza las pone a prueba al lado de lo viejo, con todas las de la ley, y si los
principios son sólidos, el mundo es suyo. —Godwin levantó la mirada—. Si no ve
usted que su teoría es el hueso de mi músculo, entonces no es el hombre por que el
que lo tomaba.
Mallory se quitó la gorra.
—Soy yo el que debería pedirle disculpas, señor. Disculpe mi absurdo
temperamento. Espero que siempre me hable con franqueza, señor Godwin, tenga o
no tenga cintas en el pecho. Que nunca sea tan poco científico como para cerrar los
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