Page 90 - La máquina diferencial
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fondos fastuosos; su poderoso Comité de Exploración decidía quiénes eran los
receptores de las becas de la sociedad.
—¿Me permite sugerir que hablemos en privado, señor?
—Desde luego —asintió Mallory, y siguió al periodista al salón del palacio,
donde Oliphant encontró una esquina tranquila y medio oculta por una pantalla china
lacada. Mallory se retiró los faldones de la chaqueta y tomó asiento. Oliphant se
encaramó en el otro extremo de un sillón de seda roja, de espaldas a la pared. Lanzó
una mirada diáfana por todo el salón y Mallory comprendió que estaba comprobando
si alguien podía oírlos.
—Parece conocer bien el palacio —aventuró Mallory—. ¿Viene con frecuencia,
por el trabajo de su comité? —No, con frecuencia no, aunque una vez conocí a un
colega suyo aquí. Un tal profesor Francis Rudwick.
—Ah, Rudwick, sí... Pobre tipo. —Mallory se molestó un poco, pero no le
sorprendió conocer a un contacto profesional de Rudwick. Este pocas veces perdía la
ocasión de arañar dinero de alguna beca, fuera cual fuese la fuente.
Oliphant asintió con gesto sobrio.
—No soy ningún intelectual, doctor Mallory. De hecho, soy escritor de libros de
viajes. Fruslerías, en realidad, aunque algunos han sido recibidos con cierto favor por
parte del público.
—Ya veo —respondió Mallory, convencido de que por fin había calado a aquel
hombre: un ocioso acaudalado, un diletante. Era muy probable que tuviera contactos
familiares. La mayor parte de esos entusiastas aficionados se revelaban como unos
inútiles en cuestiones científicas.
—Dentro de la Sociedad Geográfica, doctor Mallory —empezó Oliphant—, se
está produciendo en este momento un intenso debate acerca del asunto principal que
debemos estudiar. ¿Conoce usted, quizá, la controversia?
—He estado fuera —respondió Mallory— y me he perdido muchas noticias.
—Sin duda ha estado usted muy ocupado con su propia controversia científica. —
La sonrisa de Oliphant resultaba encantadora—. Catástrofe contra uniformidad.
Rudwick hablaba con frecuencia del tema. Con bastante ardor, debo añadir.
—Un asunto peliagudo —murmuró Mallory—, bastante impenetrable...
—A mí, personalmente, la argumentación de Rudwick me parecía débil —dijo
Oliphant con displicencia, para agradable sorpresa de Mallory. El periodista se
inclinó hacia delante con gesto halagador—. Permítame explicarle mejor el propósito
de mi visita, doctor Mallory. Dentro de la Sociedad Geográfica hay quienes
consideran que esta estaría mejor informada no zambulléndose en África para
descubrir las fuentes del Nilo, sino investigando las fuentes de nuestra propia
sociedad. ¿Por qué confinar la exploración a la geografía física cuando hay tantos
problemas de geografía política y también moral, problemas todavía sin resolver?
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