Page 92 - La máquina diferencial
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necesitaría un respaldo muy poderoso para llegar al principio de la cola.
               —Pero, en teoría, ¿está usted de acuerdo? —insistió Oliphant—. Si los recursos
           estuvieran disponibles, ¿el principio básico le parecería digno?

               —Tendría que ver una propuesta detallada antes de poder apoyar de forma activa
           un  proyecto  así  y,  con  franqueza,  dudo  de  que  mi  voz  tuviera  mucho  peso  en  su
           Sociedad Geográfica. No soy miembro de ella, como bien sabe.

               —Subestima su creciente fama —protestó Oliphant—. La candidatura de Edward
           Mallory, descubridor del leviatán terrestre, se aprobaría en la Sociedad Geográfica
           con gran facilidad.

               Mallory se quedó sin habla.
               —Rudwick  se  convirtió  en  miembro  —dijo  Oliphant  con  clara  intención—
           después del asunto del pterodáctilo... Mallory carraspeó. —

               Estoy seguro de que es encomiable...
               —Lo consideraré un honor si me permite ocuparme del asunto en persona — lo

           interrumpió Oliphant—. Puedo prometerle que no habrá ninguna dificultad.
               El  aplomo  de  aquel  hombre  no  admitía  dudas,  y  Mallory  reconoció  el  hecho
           consumado.  Lo  había  manejado  a  la  perfección.  No  existía  forma  elegante  de
           rechazar el favor, y ser miembro de la acaudalada y poderosa Sociedad Geográfica

           desde luego no era un asunto que pudiera despreciarse a la ligera. Resultaría una gran
           ayuda profesional. Ya se imaginaba como miembro pleno, con el título unido a su

           nombre: Mallory, M. R. S., M. R. S. G.
               —El  honor  será  todo  mío,  señor  —respondió  Mallory—,  aunque  temo  que  se
           tome demasiadas molestias por mí. —Siento un profundo interés por la paleontología,
           señor.

               —Me sorprende que a un escritor de libros de viajes le interesen esas cosas.
               Oliphant construyó un capitel con los dedos elegantes y lo llevó luego hacia el

           labio superior, largo y desnudo.
               —He descubierto, doctor Mallory, que «periodista» es un término muy vago y
           muy útil que le permite a uno realizar un buen número de extrañas pesquisas. Por
           naturaleza soy un hombre muy curioso, pero por desgracia un tanto superficial. —

           Oliphant  extendió  las  manos—.  Hago  lo  que  puedo  para  ser  útil  a  los  auténticos
           estudiosos,  aunque  dudo  que  me  merezca  del  todo  el  papel  no  solicitado  que

           represento en la actualidad en el círculo interno de la augusta Sociedad Geográfica.
           La fama repentina tiene unas repercusiones bastante peculiares, ya sabe usted.
               —Debo confesar que no estoy familiarizado con sus libros —dijo Mallory—. He

           estado fuera y mis lecturas se han retrasado. Entiendo entonces que ha llegado al gran
           público. ¿Y ha tenido mucho éxito?
               —No  por  los  libros,  precisamente  —respondió  Oliphant,  sorprendido  y

           entretenido a la vez—. Estuve involucrado en el asunto de la legación de Tokio. En




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