Page 153 - Tito - El martirio de los judíos
P. 153

Pero a mi alrededor sólo oía voces que maldecían, que expresaban sus
                ganas de acabar de una vez por todas con ese pueblo, con su ciudad y
                su templo.

                Vi a Tito inclinarse hacia el sacerdote, pedirle que volviera a contar lo
                que sabía. Luego se alejó, se quedó solo durante un rato antes de
                regresar hacia nosotros y dirigirse a los soldados:

                —Tomo por testigos a los dioses de mi patria y a la divinidad, sea cual
                sea, que custodió este lugar —dijo—. Tomo por testigos a mi ejército, a
                los judíos que buscaron amparo en mí. No he sido yo quien ha querido
                mancillar esta ciudad, prolongar los combates hasta hacer que las
                madres hambrientas se vuelvan más feroces que las lobas. Soy inocente
                de ese crimen, pues he ofrecido la paz y el perdón. Pero algunos judíos
                prefirieron la revuelta a la concordia. Y arrastraron a su pueblo a este
                abismo. En este fondo donde se hallan también se encuentra esa madre
                alimentándose con la carne de su hijo. Pero no permitiré que el sol
                vuelva a contemplar una ciudad donde se han cometido crímenes tan
                monstruosos. Los dioses nos ayudarán a sepultar bajo las ruinas hasta
                el mismo recuerdo de este acto inhumano.


























































                                                                                                   153/221
   148   149   150   151   152   153   154   155   156   157   158