Page 107 - Resiliente
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demás escapan, los sobrevivientes salen a la calle histéricos,
con miedo, y los zombis los atrapan, eso resulta en la des-
trucción del segundo bloqueo.
En cuanto a lo del centro, lo único que puedo imaginarme
es que los militares compadecidos y desobedeciendo las órde-
nes del alto mando intentaron sacar a los que decían no estar
infectados, pero cuando lo intentaron llegaron histéricos,
y luego infectaron a los militares, se rompe el control, los
miles de infectados de la cuarentena cruzan el viaducto, pasan
a las grandes avenidas y los sitios populosos, sin información
la gente no toma precauciones, sale a la calle histérica
o intenta escapar, entonces pasa lo que tendría que pasar
y todo el mundo se infecta.
¿Qué queda luego de tanto horror? Solamente los restos de una
resistencia humana casi inútil, nosotros aun armados no somos
numero para algo que nos triplica o nos cuadruplica, es algo
impresionante esos malditos muertos vivientes.
Cruzamos La Pedregosa con la mayor velocidad y fluidez, pasán-
dole al lado a todos esos infectados que salían de donde sea,
para mí, lo más peligroso podían ser dos cosas, una, su irreso-
luble separación, y la otra es cuando están todos juntos,
es difícil explicar lo que vimos allá abajo antes de sacar las
provisiones del apartamento, cuando vimos ese látigo, esa fila
de miles de esos muertos vivientes procesando hacia una sola
dirección nos dimos cuenta de que si eso nos llega a ocurrir
en La Pedregosa, que es literalmente una montaña con una calle
que se bifurca al final, vamos a morir y si no es eso, vamos
a quedar atrapados allí sin manera de salir, esperando como
en una pesadilla que lo que sea que inventemos para protegernos
a esas alturas se rompa y los deje pasar...
Llegamos a la reja de entrada, como de costumbre y por tercera
vez Máximo se bajó y brinco por un agujero para abrirla del
otro lado, entramos y Máximo arranco su camioneta y la coloco
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