Page 176 - Resiliente
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Los Revividos que teníamos de frente, unos diez o veinte,

                                    estaban tan destrozados que se movían con relativa lentitud,
                                    se les podía bordear, pero igual no correríamos riesgos.



                                    Me quede oyendo a la horda y varios golpes en la reja, muchos

                                    golpes en realidad y al candado tintinear con cada empujón
                                    que le daban. ¿Pero aguantaria lo suficiente?



                                            —Mierda —dijo Máximo.



                                    Me lleve un dedo a la boca, y en esos momentos los dedos

                                    rígidos de un infectado comenzaron a rozar el paragolpes de mi
                                    jeep, entonces los golpes de la reja se terminaron de momento,

                                    sin embargo vi algo interesante y a la vez aterrador, cuando
                                    los golpes en la enorme reja que daba acceso al hipermercado

                                    se detuvieron, el zombi frente a nosotros se giró y comenzó
                                    a lanzar gemidos como loco, Máximo se bajó y estrello

                                    el machete contra su cabeza, y en ese instante, luego de que
                                    los ruidos del zombi terminaron,



                                    Los golpes en la puerta comenzaron y ahora con mayor vehemencia,

                                    eso me dio a entender mi situación... esos malditos bastardos
                                    escuchaban los gemidos y el ruido era lo que movía su epicentro.


                                    Me baje del jeep y furioso comencé a rebanar las cabezas de

                                    los malditos zombis, menos mal que eran bien lentos, Máximo
                                    y yo terminamos con todos jadeando, pero los matamos con éxito

                                    a todos esos cabrones, miramos a nuestro alrededor y observa-
                                    mos que no había más nadie ni más nada.



                                    Esperamos unos momentos más, escuchando aquel horrible y ensor-

                                    decedor gemido y luego aquellos golpes pararon, pude descubrir
                                    también con mucho alivio que perdían el interés con rapidez...

                                    o quizás encontraron algo más que buscar.



                                    Me asome para ver mejor a la horda y pude vislumbrar que en
                                    efecto se estaban moviendo ¿Qué pobre diablo habrá causado




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