Page 174 - Resiliente
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Igualmente... todos los próceres estaba infestado, el hedor
a descomposición era impresionante, la procesión de personas
muertas era infinita de contar y lo único que veía a los lados
era aquella presencia.
—Tenemos suerte, no están agrupados —dijo Máximo.
Yo ni respondí, acelere el Jeep y llegue al cruce que daba por
las Américas, pasando junto a la enorme mansión cuyas rejas
estaban caídas y sus blancos muros manchados de sangre, incluso
en el enorme terreno de césped que ya había crecido un poco
habían cientos de zombis y devoraban algo, quizás había sido
uno de los caballos que se la vivía paseándose por allí, llega-
mos a uno de los lugares principales y urbanos de la ciudad...
la Avenida Las Américas...
Había cientos de esas cosas por todos lados, miles de ellas,
mire los edificios e incluso habían sido fracturados algunos
por algún ametrallamiento o algún cañonazo de un tanque, vimos
varios puestos de comando arrasados con sacos de arena, ametra-
lladoras oxidadas o dobladas y tanques abandonados, me pregunto
si alguna vez aprenderé a manejar una de esas vainas, pasamos
junto al militarizado terminal de pasajeros, donde vi el morro
de un helicóptero Augusta de guerra estrellado contra la
taquilla de una patrocinadora de viajes, adentro estaba su
piloto zombificado intentando desatarse de los cinturones y ha-
bían cientos de cuerpos en descomposición en el suelo, y otros
siendo devorados, por los zombis.
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