Page 225 - Resiliente
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En la puerta se escuchó un escándalo, removieron cadenas y
pasadores y finalmente abrieron la puerta revelando la oscuridad
de la enorme tienda, un tipo fornido, joven, de cabello amari-
llento y de ojos negros salió con un palo entre las manos,
luego una mujer pelirroja de unos cuarenta salió detrás con un
cuchillo de cocina, los dos miraron a los lados y luego salieron
a la luz, se encandilaron como si tuvieran días enteros sumidos
en la oscuridad.
—Soy Cesar. —dijo el hombre acercándose hacia nosotros,
no tendría más de veinticinco y estrechándole la mano a Mauro
—ella es Ana.
—Soy Mauro, —dijo —él es Máximo y Mario.
—¿Son militares? —dijo Cesar.
—No, no somos militares. —dijo Mauro negando.
Cesar pareció decepcionarse, luego de un rato apareció el hom-
bre del rifle, medía un metro ochenta aproximadamente, barrigón
y moreno, el rifle incluso le quedaba pequeño entre sus enormes
antebrazos, aun parecía inseguro.
—Amoxal y penicilina, lo que pidieron. —dijo lanzando una
caja que Máximo atrapo.
—Él es Carlos —dijo Cesar —también tenemos a dos sobrevi-
vientes más...
Nos dieron solo dos cajas, tome las cajas y observe que había
solo la mitad de las pastillas en cada plancha.
—¿No hay más? —dije yo.
—Vienen aquí a exigir —dijo Carlos ofendido —¡Vienen aquí
a exigir!
Cesar se giró y Ana le miro.
—No, no venimos a exigir, —dijo Mauro —solo no pensamos
que hubiesen sobrevivientes aparte de nosotros.
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