Page 228 - Resiliente
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—Mierda, —dijo Carlos. —nos trajeron mala suerte ¡Trajeron
a los infectados con ustedes!
Máximo se giró de un brinco y le asesto un puñetazo en todo
el rostro a Carlos el cual cayó de espaldas hacia el asiento
totalmente inconsciente.
—¡Máximo joder! —grito Mauro.
—Así se calla la boca, me tenía aturdido...
Ana lloraba y abrazaba a los dos niños, estaban asustados,
apenas tendrían cinco o siete, pare el Toyota en un parque
cercano al CC las Tapias.
—Ya están a salvo. —dijo Mauro —hemos salido... lamento
lo de su refugio, de verdad...
Cesar miraba hacia un lado.
—¿Ahora a donde carajos iremos nosotros? —dijo en voz
baja. —estamos jodidos, sin refugio ni comida...
Mauro y yo nos miramos, Máximo soltó un bufido, en silencio
arrancamos el Toyota y volvimos a la carretera, pero para lle-
gar más abajo aun recorrimos toda la urbanización en la que nos
habíamos metido, vimos todas esas casas, grandes y pequeñas,
de clase media, alta y hasta millonarios incluso fusionados en
aquella pesadilla.
Nada de eso quedaba, todas presentaban un nivel de pesadilla
diferente, cuando bien unas parecían intactas, otras habían
sido destruidas casi en su totalidad, como si la misma guerra
hubiera pasado sobre ellas, vimos una que incluso sus techos
se habían derrumbado ¿Por qué? No quiero expresar ni siquiera
el deseo de imaginarme que rayos les ocurrió a sus inquilinos
o a toda la urbanización, a decir verdad no era grato ver este
lugar, su destrucción y su horror era simplemente abrumador.
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