Page 229 - Resiliente
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Me tome con calma conducir por las avenidas de aquella enorme
urbanización, o más bien área urbana debido a su inmenso tamaño
y estructura, todos guardábamos en silencio, y pude intuir que
los sobrevivientes estaban ya seguros de que los llevaríamos al
refugio ¿Por qué lo hice? Por ver a los dos niños pequeños allí
sentados abrazados de Ana, asustados.
¿Sería justo para ellos tener tanto espacio y tanta comida
y no ofrecerles... sería justo para mí mismo permitirme hacer
algo así? No puedo reprimirme que sentía alivio, no éramos
los últimos sobrevivientes de la ciudad, y si estaban ellos,
de seguro habría más gente fuera, esperándonos, no puedo repri-
mirme estar feliz por haber hallado a esta gente, si nuestro
número aumenta, nuestras posibilidades aumentaran con él.
Por el retrovisor los escrute a cada uno de ellos, empezando
con el inmenso Carlos, un hombre de cercanos cincuenta, extre-
madamente grande recostado de espalda donde sobresalía una pro-
minente tripa, dos enormes brazos y piernas gruesas, su rostro
con una barba creciente ahora estaba relajado, no lo culpo con
toda esta tensión que sufrió ahora, tras haber perdido su refu-
gio, y también tras habernos encontrado a nosotros.
Ana por otro lado tenía ese tipo de mujer protectora, unos ojos
preocupados pero firmes, oscuros... no me eh fijado bien en eso
aún, de físico delgado, casi huesudo, cabello rojizo amarrado
en una cola de caballo rudimentario y de labios delgados,
ahora ella abrazaba a dos pequeños entre sus brazos delgados,
uno de ellos con cabello de color arena y dormitando, y otro
un poco mayor, de cabello oscuro, sin parentesco alguno por
lo que me daba a entender que no eran hermanos si no otros
productos de esta terrible masacre, Ana rondaba unos cuarenta
y tantos, y los dos pequeños entre nueve y doce.
Cesar por otro lado, era el soporte y musculo seguramente,
aquel que pudiera hacer todo el esfuerzo del grupo, iba en la
parte trasera del Toyota con dos fuertes brazos entrelazando
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