Page 226 - Resiliente
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—Nosotros pensábamos lo mismo, a menos no normales, todo

                                    lo que hemos visto son muertos —dijo Ana.
                                            —¿Qué quiere decir con normales?



                                    Se obviaron hablar de eso, Cesar avanzo hacia nosotros.



                                            —Cuando llegamos aquí pensábamos que íbamos a encontrar

                                    un almacén repleto de comida y medicinas, ya saben... esto
                                    tenia de todo, pero cuando llegamos el sitio había sido comple-

                                    tamente saqueado por la gente, estaba desolado y por eso nos
                                    quedamos, subsistimos con unas pocas latas de comida que racio-

                                    namos por semanas...
                                            —No tienen más medicinas —dije yo.

                                            —No. —dijo Carlos tajantemente.
                                            —Definitivamente este grandulón no es bueno con las rela-

                                    ciones...—Dijo Máximo con una sonrisa.
                                            —Tu cierra la boca maricon de mierda —dijo Carlos colocán-

                                    dole el rifle encima.



                                    Mire a Máximo y observe sudor en las comisuras de los labios
                                    y la frente perlada, eso significaba algo: o estaba asustado,

                                    nervioso, o estaba a punto de brincarle encima a Carlos...
                                    y pobre de Carlos si aquello llegase a suceder.



                                            —Ya... ya –dijo Mauro extendiendo las palmas de las manos,

                                    me miro poner la mano en el mango de la pistola y negó con la
                                    cabeza —esto no es necesario, para nada necesario, todos somos

                                    del mismo bando y ...
                                            —Oh no... —dijo Ana aterrizada.



                                    Nos giramos y vimos a no menos de cien zombis entrando por

                                    la reja ciclón, sin duda alguna atraídos por los disparos.



                                            —¡A ya vez grandulón pajudo pendejo e ignorante a punta de
                                    tiros los has atraído! —grito Máximo mirándole.

                                            —¡Al Toyota! —grite.
                                            —¡Vamos todos! –grito Mauro hacia los otros sobrevivientes.




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