Page 35 - Resiliente
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—Tranquilo... —Recuerdo haberle dicho mientras le acari-

                   ciaba la cabeza.



                   Avance lentamente hacia la habitación principal y entre dándole
                   una patada, encontré todo regado, como si lo hubiesen llevado

                   todo con urgencia, se habían ido, me gire lentamente y avance
                   hacia el cuarto de mi esposa, cuando entre, el corazón me dio

                   un vuelco completo, mi esposa era una mujer hermosa, de baja
                   estatura y ojos claros, tenía el cabello amarrado en una cola

                   y estaba blanca, sus ojos me miraban con terror, y entre sus
                   delgadas manos sostenía una pistola que parecía más grande que

                   ella, pude advertir que no tenía balas, cuando me vio, pareció
                   no creérselo, me siguió apuntando unos minutos  más y luego se

                   levantó, brinco sobre la cama y en llanto se enlazo sobre mi
                   cuello, la abrace, creo que sintió como mi corazón daba brin-

                   cos, como mi mundo cobraba sentido una vez más...



                          —¡Creí que habías muerto en el maldito hospital! —Vocifero
                   mientras lloraba y me abrazaba con una dolorosa fuerza.



                   No me acuerdo de que le respondí, solo estaba concentrado en

                   que estaba en la calidez de sus brazos una vez más, de que
                   había sobrevivido un día más para verla.



                          —¿Dónde están tus papas? —le dije.

                          —Se fueron, les dije que se fueran con el convoy de mili-
                   tares que paso por aquí...

                          —¿entonces sí hicieron convoy?
                          —Sí, pero no sé si esa mierda funciono, toda la plaza

                   está plagada de esos locos... estuvieron intentando entrar
                   toda la noche.

                          —Lo siento, me tardé... —dije abrazándola aún más.
                          —Lo hiciste... —dijo ella llorando.

                          —Tenemos que irnos de aquí, esos malditos zombis están por
                   todos lados...

                          —¿Quieres decir que si son revividos? —dijo ella mirándome
                   con incomprensión.




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