Page 50 - Aldous Huxley
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penetrantes como los rayos X, más potentes cuando se escribe acerca de cosas como
éstas? ¿Cabe decir algo acerca de nada? A fin de cuentas, éste es el problema.
-¡Silencio! -dijo Bernard-. Creo que hay alguien en la puerta -susurró.
Helmholtz se puso en pie, cruzó la estancia de puntillas, y con un movimiento rápido y
brusco abrió la puerta de par en par. Naturalmente, no había nadie.
-Lo siento -dijo Bernard, sintiéndose en ridículo-. Supongo que estoy un poco nervioso.
Cuando la gente empieza a sospechar de uno, acabas por sospechar también de todos.
Se pasó una mano por los ojos, suspiró y su voz se hizo quejumbroso. Se justificaba.
-Si supieras todo lo que he tenido que aguantar últimamente... -dijo, casi llorando; y la
marea ascendente de su autocompasión era como si se hubiese derrumbado la presa de
un embalse-. ¡Si lo supieras!
Helmholtz le escuchaba con cierta sensación de incomodidad. ¡Pobrecillo Bernard!, se
dijo. Pero al mismo tiempo se sentía avergonzado por su amigo. Bernard debía dar
muestras de tener un poco más de orgullo.