Page 112 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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     también acentos más poderosos: tan pronto la sensualidad estalla con to­
     do su frenesí, como se asocia a los remordimientos» al arrepentimiento,
     al desespero ante la traición. Los elegiacos alejandrinos no sólo inventa­
     ron la poseía galante, sino que practicaron también el lirismo amoroso
     más sincero y emotivo.
        En una época en la que las ciudades crecieron hasta convertirse en
     grandes aglomeraciones inhumanas, el placer por la campiña era, como
     en el siglo xvm, intenso. La poesía bucólica gusta de evocar la naturale­
     za como marco de las emociones humanas, Los paisajes preferidos son
     amables, graciosos, prestos a ofrecer un agradable espacio de reposo al
     hombre cansado —los que aún denominamos «idílicos» en recuerdo de
     Alejandría—: los elementos esenciales son manantiales cristalinos y arro-
     yuelos, rocas cubiertas de musgo y alfombras de mullida hierba, árboles
     frondosos y umbríos y laderas salpicadas de mirtos y olivos, flores liba­
     das por abejas, pájaros y cigarras. Los pueblan campesinos y, sobre todo,
     pastores que ya no son los de Arcadia; llevan una vida libre y solitaria en
     pequeños valles, conocen a sus animales por sus nombres, los cuidan y
     aman: sus bestias aún no llevan cintas. Pero esos habitantes de la campi­
     ña se elevaban muy por encima de su condición a través de una apasiona»
     da aspiración a la belleza, belleza de cuerpos deseables de adolescentes o
     de jóvenes muchachas, belleza* sobre todo, de los versos y de la música.
     De ahí los desafíos poéticos, las justas musicales, los cantos improvisa­
     dos,2 que tan a menudo conforman el fondo de las égoglas de Teócrito y
     que surgen de las animadas competiciones que, al parecer* seguían vivas,
     a la sazón, en los ambientes pastorales de Sicilia.5
         Había otras evasiones  posibles, que los alejandrinos no desdeñan.
     Sensibles a la poética del viaje, sienten una predilección especial por las
     incidencias pintorescas y los países maravillosos: así, Ápolonio adapta a



        2.  En los cantos improvisados, ambos interlocutores se responden inventando cada
     vez el mismo número de versos sobre un tema parecido o sobre dos temas antitéticos.'
        3,  Creo, er! electo, que la poesía popular es la fuente principal de! género bucólico.
     Hoy día, en  las  zonas  donde  la vida  pastora!  permanece viva, como en la propia Sicilia,
     Cerdeña o el País Vasco, aún se conserva. Sus improvisaciones proporcionaron a Teócri­
     to ios refranes que resumían  la sabiduría del campo, temas como el de los amores desdi­
     chados del pastor siciliano Daínis, k  propia noción de ios cantos improvisados. No creo
     que deba insístirse demasiado en los orígenes religiosos del género bucólico, tal como fos
     expuso R.  Reitzenstem: en el  transcurso de las fiestas religiosas en honor de Di or) i sos y
     Artemisa, las asociaciones de boncoíot f pastores) entonarían himnos a sus dioses, himnos
     de los que las églogas serían  una transposición  literaria.
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