Page 116 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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EL  MUNDO  HELENÍSTICO


      La historia en ei siglo HI

         La historia sobrevivió, pero transformándose completamente. Des­
      pués de Éioro de Cim e,9 se encaminó hacía lo universal y, aparte de Gre­
      cia, sus intereses abarcaron tanto Oriente, que se abrió con la epopeya
      de  Alejandro,  como  Occidente, sobre el  que los  progresos  de la con­
      quista romana atrajeron gradualmente la atención. Pero, a la sazón; los
      acontecimientos eran tan considerables y las investigaciones necesarias
      tan vastas que el historiador se convirtió en erudito dé despacho, a ex­
      cepción de Polibio, que debe al conocimiento directo de lo que narraba
      la superioridad indiscutible con respecto a sus predecesores e im itado­
      res. Por otra parte, al ser considerada cada vez más como una ciencia, la
      historia abandonó, en ocasiones, toda pretensión literaria.
         Los grandes historiadores del siglo III sólo permanecen entre noso­
      tros a través de fragmentos. Con métodos y talentos muy diferentes, me*
      recen ser brevemente evocados.
         Jerónimo de Cardia sirvió a los reyes de Macedonia y conoció de cer­
      ca los hechos que narra en su Historia de los diadocos y en su Historia de ios
      epígonos. Su obra, «la más importante que se ha escrito sobre los cincuen­
      ta años que siguieron a la muerte de Alejandro» (F. Jacoby), llama la aten-
      ción por su lucidez e inteligencia. Poco pintoresca, analítica, es una guía
      irremplazable para seguir y comprender los hechos, y fue ampliamente uti­
      lizada por Diodoro y Plutarco. Pero estaba muy mal escrita, y Dionisio : de -
      Halicarnaso la declaró ilegible por la poca armonía de su estilo.
         En su Historia de Greaa y en su Historia de M acedonia\Duris de Sa­

      mos narra los acontecimientos que tuvieron lugar desde el 370 hasta el
      280; también nos ha dejado una Historia de Agalocies, Carente; asimismo,
      de estilo, destaca su sentido común, su moderación y su gusto por las
      anécdotas mordaces.
         Pilarcos prosiguió la narración de Duris hasta el 220, con un gusto
      acentuado por las escenas patéticas que Polibio abominaba. Su historia
      vale por el pintoresquismo, por la acción con la que Pilarcos sabe ani­
      marle y por el anecdotario: es comprensible que Plutarco haya recurri­
      do tanto a él en sus biografías.
         El mayor historiador del siglo III, Timeo de Tauromenio, es el autor
      de una Historta de Sicilia, completada con una Historia de Pirro.  Expul·


         9,   Discípulo de Isocrates, autor de una Historta general del mundo, desde ei ter orno
      de los Heraciidas hasta ei  340.
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