Page 119 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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LA  ÚLTIMA  MUTACiÓN  DEL  HELENISMO  ESPIRITUAL  119

         La objetividad es, en Polibio, una preocupación constante que sólo
     abandona al hablar de los etolios o de Perseo, a los que detesta. «La ver­
     dad -—escribió— es para la historia lo que los ojos son para los animales:
     si se los arrancamos, se vuelven inutiles.» Llevó su preocupación a tai ex­
     tremo que, prácticamente, suprimió los discursos recompuestos, tan ha­
     bituales en la historiografía griega.
         Sin embargo, Polibio nunca está ausente de su texto, frecuentemente
     interrumpido con prefacios, digresiones explicativas y polémicas en ks
     que perdía la serenidad. Juzga y critica constantemente, tai vez movido
     por un extraño rigor, muy lejos de la despreciativa impasibilidad del gran
     Tucídides. Sus relaciones con los romanos plantean un tema de especial
     relevancia; se le ha criticado, al efecto, su política de colaboración, y es
     evidente que, impresionado por lo quçjrh en Roma con sus propios ojos,
     no esconde su admiración por aquel pueblo prudente, serio, paciente y
     enérgico. Luego, sin embargo, su entusiasmo se atemperó un poco; fue
     testigo de la violencia con la que los romanos resolvían los conflictos, per­
     cibió la crisis que amenazaba Roma y previo su decadencia.
        La forma es la parte más débil de su obra. Carecía de imaginación y
     de sensibilidad. Describía mal y sentía una ominosa predilección por ks
     palabras vacías y abstractas. Escribía aún  peor,  algo ya subrayado por
     Dionisio dé Halicarnaso (De Comp. verb., 4,30), y un crítico moderno ha
     podido decir, sin exagerar demasiado, que puede ser leído en cualquier
     lengua excepto en ia suya. Por ello, es una rareza entre tan altos espíritus
     preocupados, sobre todo, por gustar. Polibio quería, por encima de todo,
     comprender, explicar y convencer, y lo hizo de una forma tan profunda y
     fervorosa que puede ser considerado uno de los historiadores más sólidos
     de toda la Antigüedad.



     El. SABIO  IMPERTURBABLE Y EL ERUDITO VORAZ

     Los cenáculos filosóficos

        La filoso tía había brillado hasta tal punto con Platón y Aristóteles
     que parecía condenada a estancarse. Sin embargo, continuó siendo una
     de las ramas  más activas del pensamiento griego a lo largo de toda k
     época helenística. No sólo las doctrinas tradicionales sobrevivieron y ex­
     perimentaron interesantes avances, sino que aparecieron nuevas doctri­
     nas que marcarían profundamente a la élite.
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