Page 126 - Lévêque, Pierre - El mundo helenístico
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En k práctica, lo esencial consiste en distinguir «lo que depende de
nosotros» y «lo que no depende de nosotros». En el segundo grupo se
incluye todo aquello que procede de las pasiones* y a lo que hay que
aprender a renunciar mediante una larga ascesis, que desemboca en el
dominio sobre nosotros mismos o apatía (ausencia de pasión). Lo que
«depende de nosotros» es, justamente, la voluntad, que hace del sabio
un igual de Dios, Es ésta una moral severa, pero exaltante, que hace al
hombre independiente de las circunstancias y* especialmente^. de su ran
go y situación, y predica una suerte de socialismo igualitario,
«Filosofía de metecos», se ha llegado s decir (P. Petit), yf de hecho,
como su fundador, muchos de los pensadores de la escuela eran orienta
les, originarios de Asia Menor, o incluso de los viejos países semíticos
(Diogenes de Seleucia del Tigris, llamado Diogenes de Babilonia, Apolo-
doro de Seleucia). La influencia de las especulaciones asiáticas es paten
te, en particular eu la concepción de un dios único y omnipotente, que
administra el universo con prudencia y gobierna a los hombres mediante
su providencia.^ Pero el estoicismo no hubiera triunfado en Grecia de no
haber hundido también sus raíces en el pensamiento helénico del siglo iví
en el de los cínicos en particular y también en el de Platón, eí primer
maestro del ascetismo moral.
Eí estoicism o m edio
El estoicismo se renovó en el siglo uysobre todo tras ks violentas crí
ticas que le dirigió Carnéades. Entre sus representantes mas destacados
cabe citar a Diogenes dé Babilonia, originario de Seleucia del Tigris, uno
de los embajadores atenienses en Roma en el 155,22 y que está en los orí
genes del éxito del estoicismo en la Urbe; su discípulo, Crates de Mallos,
instalado en Pérgamo (véase la pág. 1Í5); y Blosio de Cumas, el maestro
de Tiberio Graco.
21, «El Dios de ios estoicos no es m un Olímpico oí un Dionisos: es un Dios que vi
ve en sociedad con los hombres y con los seres racionales, y que todo lo dispone en el uni
verso en beneficio de ellos; su poder penetra todas las cosas, y ningún detalle, por ínfimo
que sea, escapa a su providencia (...] Es la idea semítica del Dios todopoderoso, que rige
el destino de los hombres y de las cosas, tan diferente de la concepción helénica» CÉ*
Bréhier, Histoire de ia philosophis, Î , 2, pág. 297).
22. Véase la pág. {20.